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125 pages, Paperback
First published November 1, 2000
One has a moral obligation to take responsibilty for one鈥檚 actions, and that includes one鈥檚 words and silences, yes, one鈥檚 silences, because silences rise to heaven too, and God hears them, and only God understands and judges them, so one must be very careful with one鈥檚 silences. I am responsible in every way.The novel is much like jazz where the notes you 诲辞苍鈥檛 play are equally important to the ones that are played. Urrutia did his part, played his role and was never chastised for it. Even when he feared for his reputation after teaching the private lessons to Pinochet and his generals (a humorous sidenote is that the generals are far more concerned with the personal life of one attractive female theorist than her actual ideas), nobody seemed to care. However, it was his inability to stop it, to say no, to do anything to dam up the onslaught of history even for a moment that will serve as his everlasting personal tombstone.
鈥淟o importante era la vida, no la literatura.鈥�Ten铆a una conocida que sufr铆a de la jodida man铆a de argumentar sobre muchas cosas empezando con un "nosotros, los lectores...", incluy茅ndonos a ambos en esa clase especial y, naturalmente, varios grados superior, no s茅 bien en qu茅 sentido, a la que conforma la clase de los no lectores. Era claramente una esnob de la lectura.
鈥溾€� para qu茅 sirven los libros, son s贸lo sombras"A alguno les parecer谩 raro todo esto que digo, y m谩s por decirlo en un sitio como este y m谩s por lo mucho que en 茅l participo, y, en fin, pensar谩n que a cuento de qu茅 esta diatriba contra la Literatura y sus c贸mplices. La raz贸n es que mucho de esto que aqu铆 digo tiene que ver con la novela de 叠辞濒补帽辞, m谩s all谩 del evidente tema de la culpa y el horror de una dictadura.
鈥溾€� y despu茅s vino el golpe de Estado, el levantamiento, el pronunciamiento militar, y bombardearon La Moneda y cuando termin贸 el bombardeo el presidente se suicid贸 y acab贸 todo. Entonces yo me qued茅 quieto, con un dedo en la p谩gina que estaba leyendo, y pens茅: qu茅 paz. Me levant茅 y me asom茅 a la ventana: qu茅 silencio.鈥�叠辞濒补帽辞 nos trae aqu铆 la confesi贸n en sus 煤ltimos momentos de un poeta mediocre, cr铆tico literario y lector de buen juicio y sensibilidad, el sacerdote chileno Sebasti谩n Urrutia Lacroix, representante de la intelectualidad chilena que colabor贸 con la dictadura o, al menos, guard贸 un silencio c贸mplice, algo que le persigue en sus momentos finales en forma de un joven envejecido.
鈥淓n aquellos a帽os de acero y silencio, al contrario, muchos alabaron mi obstinaci贸n en seguir publicando rese帽as y cr铆ticas. 隆Muchos alabaron mi poes铆a! 鈥� todos 茅ramos razonables 鈥� todos 茅ramos chilenos, todos 茅ramos gente corriente, discreta, l贸gica, moderada, prudente, sensata, todos sab铆amos que hab铆a que hacer algo, que hab铆a cosas que eran necesarias, una 茅poca de sacrificios y otra de sana reflexi贸n.鈥�叠辞濒补帽辞 delibera en torno al oficio de escritor, su para qu茅 m谩s all谩 de la necesidad personal de escribir y de sobrevivir si no se sabe/puede hacer otra cosa; sobre la profesi贸n, muchas veces encerrada en una burbuja egoc茅ntrica en la que 鈥渆l populacho鈥� y sus circunstancias son indiferentes cuando no directamente despreciados; sobre el mismo hecho de leer como una actividad que se agota en s铆 misma. Todo enmarcado y resaltado por el horror de la dictadura chilena.
鈥淒espu茅s vinieron las elecciones y gan贸 Allende鈥� Que sea lo que Dios quiera, me dije. Yo voy a releer a los griegos. Empec茅 con Homero, como manda la tradici贸n, y segu铆 con Tales de Mileto y Jen贸fanes de Colof贸n鈥� y mataron al ex ministro de la Democracia Cristiana P茅rez Zujovic y Lafourcade public贸 Palomita blanca y yo le hice una buena cr铆tica, casi una glosa triunfal, aunque en el fondo sab铆a que era una novelita que no val铆a nada, y se organiz贸 la primera marcha de las cacerolas en contra de Allende y yo le铆 a Esquilo y a S贸focles y a Eur铆pides鈥︹€�Hay varios momentos especialmente terribles en la novela. Uno es la visita que Salvador Reyes, escritor y agregado cultural en la embajada chilena en Par铆s, y Ernst J眉nger, miembro del ej茅rcito nazi, 鈥攄os intelectuales, uno testigo pasivo de la ocupaci贸n y el otro soldado perteneciente a las fuerzas de ocupaci贸n鈥� hacen a un pintor guatemalteco que literalmente se est谩 muriendo de debilidad en su pobre habitaci贸n parisina mientras sus visitantes hablan amigablemente de arte y literatura.
鈥淛眉nger dijo que no cre铆a que el guatemalteco llegara vivo hasta el invierno siguiente, algo que sonaba raro proviniendo de sus labios, pues a nadie se le escapaba entonces que muchos miles de personas no iban a llegar vivas al invierno siguiente, la mayor铆a de ellas mucho m谩s sanas que el guatemalteco, la mayor铆a m谩s alegres, la mayor铆a con una disposici贸n para la vida notablemente superior a la del guatemalteco, pero J眉nger igual lo dijo, tal vez sin pensar, o manteniendo cada cosa en su estricto lugar.鈥�Otro es el viaje que el padre Urrutia, seleccionado por sus superiores Odeim y Oido (l茅anlos al rev茅s), hace por Europa con el fin de estudiar posibles soluciones al deterioro que las palomas provocan en los edificios religiosos.
鈥淰inieron 茅pocas duras y 茅pocas confusas, pero sobre todo vinieron 茅pocas terribles, en las que se aunaba lo duro y lo confuso con lo cruel. Los escritores siguieron llamando a sus musas. Muri贸 el Emperador. Vino una guerra y muri贸 el Imperio. Los m煤sicos siguieron componiendo y la gente acudiendo a los conciertos.鈥�Una peque帽a gran novela.
"Chile, Chile. 驴C贸mo has podido cambiar tanto?, le dec铆a a veces, asomado a mi ventana abierta, mirando el reverbero de Santiago en la lejan铆a. 驴Qu茅 te han hecho? 驴Se han vuelto locos los chilenos? 驴Qui茅n tiene la culpa? Y otras veces, mientras caminaba por los pasillos del colegio o por los pasillos del peri贸dico le dec铆a: 驴Hasta cu谩ndo piensas seguir as铆, Chile? 驴Es que te vas a convertir en otra cosa? 驴En un monstruo que ya nadie reconocer谩?"