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231 pages, Paperback
First published January 1, 1961
He watched the ferryboat arrive and be unloaded, examined carelessly the faces of the group of passengers; he yawned, took his pearl tiepin out of his black tie to use as a toothpick. He thought of the deaths various people had met and this led him on to other memories, of depreciatory smiles, of proverbs, of attempts, usually muddled attempts, he had made to put right other people’s lives.
Right from the very beginning and for all eternity, there was nothing more than the steeply pitched roof, the layers of rust, the tons of metal and the weeds blindly growing and twining around everything. Tolerated, temporary, alien, he too was there, in the middle of the shed, impotent and absurdly mobile, like a dark-colored insect waving its legs and antennae in the air filled with legend, seafaring adventures, past labors, and winter.
The mistake we make is to think that life is like us; that it is not what it does. But that is not true; it is nothing more than that, what we all see and know.
“� había presentido el hueco voraz de una trampa indefinible. Ahora estaba en la trampa y era incapaz de nombrarla, incapaz de conocer que había viajado, había hecho planes, sonrisas, actos de astucia y paciencia sólo para meterse en ella, para aquietarse en un refugio final desesperanzado y absurdo�Larsen se hace cargo de la gerencia de un astillero en bancarrota en la que ya solo quedan dos empleados, Gálvez y Kunz, que, como barcos encallados en un remoto y desolado lugar, malviven sin sueldo vendiendo lo que pueden de lo que queda en el astillero. Un puesto de trabajo difícilmente compatible con la personalidad de Larsen sino es como un último acto desesperado de búsqueda de sentido “a los años que le quedaban por vivir y, en consecuencia, a la totalidad de su vida�.
�... cada uno necesita proteger una farsa personal�No solo acepta el trabajo, también pretende a Angélica Inés, la hija de Jeremías Petrus, el dueño del astillero, una mujer a la que el narrador, un testigo que a menudo cuestiona los hechos presentando varias versiones, califica de idiota. Una pretensión que quizás no tuviera otro propósito que poder creer por un momento que todo aquello podría ser suyo y que era capaz de defenderlo de una ruina que todos sabían cierta.
“Fuera de la farsa que había aceptado literalmente como un empleo, no había más que el invierno, la vejez, el no tener dónde ir, la misma posibilidad de la muerte�Unas esperanzas absurdas que el autor conecta con el absurdo por excelencia, buscar un sentido a la vida.
“Y la prueba de la impotencia de los hombres para aceptar su sentido está en que la más increíble de todas las posibilidades, la de nuestra propia muerte, es para ella cosa tan de rutina; un suceso, en todo momento, ya cumplido�Pero, como siempre en Onetti, es la forma la que deja al fondo en un segundo plano. Su estilo, enredado, denso y poético, es tan potente que se le perdona sus muchas digresiones, demoras y circunvalaciones contemplativas, pues es el camino más que el destino lo que prevalece en el placer que procura su lectura.
Entonces Larsen sintió que todo el frío de que había estado impregnándose durante la jornada y a lo largo de aquel absorto y definitivo invierno vivido en el astillero acababa de llegarle al esqueleto y segregaba desde allí, para todo paraje que él habitara, un eterno clima de hielo.