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Jorge Volpi's Blog, page 4

December 31, 2020

Balance de diez años

28 de diciembre de 2020



Amigos, suscriptores y asiduos a Formentor:


Quizá sea el de hoy el mejor día del año para celebrar lospropósitos de la imaginación y el alentador deseo incubado en los libros.


Esperamos que la creación literaria sostenga entre nosotros el anhelo de saber cada día más yhaga de la estética un estilo de vida, una cualidad de la existencia.


El pasado sábado, en su columna de La Vanguardia, el periodista y escritor Sergio Vila-Sanjuán hizo un balance de los diez años del Premio Formentor.


Os lo enviamos para compartir las reflexiones que ha suscitado en el reputado periodista cultural la lectura del libro Prix Formentor.


Su texto da testimonio de cuál es la misión del cronista, del crítico, del observador capaz de reconocer la importancia de un acontecimiento cultural, situarlo en la perspectiva adecuada, reconocer su entidad y nombrarlo.


El artículo es un buen ejemplo de lo que se propone el periodismo cultural: un ejercicio de Գٱٲó que perfecciona la capacidad de entender el valor de las cosas. Una mirada que evalúa, sitúa, jerarquiza, establece relaciones y orienta la percepción. Una ڱ澱ó sin la cual la cultura no podrá entender ni entenderse a sí misma.


Como colofón de nuestro mensaje citamos un fragmento de la ھDzǴí enunciada en Formentor:


“Cómo órgano meridional de la República de las Letras, el Premio Formentor prolonga y sostiene la inquietud original: transitar la gran biblioteca del mundo, conmemorar la disidencia literaria y celebrar la vitalidad de una tradición estética y moral; rendir tributo a las obras maestras, alentar su intrépida lucidez, fomentar el buen gusto, la admiración por lo mejor, la certeza de lo excelente y la elegancia cultural. En suma: sostener la energía creativa de la imaginación literaria�.



Un cordial saludo y losmejores auguriospara el nuevo año,


Basilio Baltasar

Director de la Fundación Formentor


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Published on December 31, 2020 02:50

December 27, 2020

Novela del rey

Hará de esto más de 30 años, y no sé si el co-protagonista lo ha contado por escrito, aunque lo recordará; yo recuerdo su relato oral. El actual rey de España era entonces un príncipe estudiante, y por iniciativas del aparato real o propias se solicitó a un destacado novelista aún joven y de creciente prestigio internacional darle al heredero unas lecciones privadas sobre literatura y novela. El improvisado profesor, que también lo fue de rango universitario y aceptó, referiría después ante unos amigos el interés genuino, las preguntas y la atenta escucha un tanto ingenua pero no bobalicona de aquel Felipe que aún no había pisado el umbral de la historia de nuestro país.


Me he acordado de esa visita sin lucro a palacio ahora que el rey se enfrenta a un trascendental episodio de ficción en monólogo.


Felipe VI presenta mañana un cortometraje que no competirá en festivales pero en el que se juega mucho, ante unos, suse nemigos, y ante otros, los que no lo somos de forma incondicional.


Alguna que otra vez me he preguntado quién filmal os discursos regios (o los presidenciales) en países en los que el cine es un arte mayor. ¿Llama aquí la Casa Real a Isabel Coixetp para la puesta en escena? ¿Pone las luces Alcaine? ¿Quiénd ispone la foto familiar y las banderas de atrezo? Las corbatas lav erdad es que no suelen relampaguear, y en la música de fondo, predeterminada por el himno nacional, poco podría hacer Alberto Iglesias. Todo esto no es manía de cinéfilo ni frivolidad de alta costura. El guión sí que importa: el rey ha de vivirlo con convicción, sin representarlo. Cinéma vérité. Si lo hace bien, podría ser la película del año. La que dejara, ya que no dinero enl as arcas de la castigada industria, un buen sabor de boca. Mal nos irán las cosas si sale un bodrio.


Apostilla tras el discurso


El cortometraje real de Nochebuena se resolvió en 9 planos de duración variable y un sobreentendido. Felipe VI se sabía el papel y lo declamó con fuerza de convicción, sin revelar misterios ni salirse de madre, en este caso de padre. El rey emérito compareció fuera de campo, pero sobrevoló toda la filmación. Había suspense, y a muchos les ha parecido que la resolución se queda demasiado críptica. Yo la veo suficiente, dada la circunstancia y el día que era. El discurso dejó además una frase, referida a la angustiosa situación de millones de jóvenes españoles, que lleva un buen sello literario: “España no puede permitirse una generación perdida�. ¿Idea de algún gubernamental escritor de discursos, o el poso que dejaron en Felipe VI aquellas lecciones que le dio el novelista distinguido?

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Published on December 27, 2020 14:16

December 26, 2020

Mi agenda 2021: Alicia en el país de tener las respuestas

El extrañísimo 2020 está terminando para mí de una forma bella y clara, y ahora entiendo por qué.


Me pasé todo el año tratando de justificarme cuando me preguntaban que cómo estaba. Bien, decía, bastante bien, como pidiendo disculpas entre tanta gente que lo está pasando tan mal.


Parte de mi trabajo es escribir y enseñar sobre lo mal que está yendo este año de enfermedad global, muertes, encierro, crisis económica y exacerbación de las diferencias sociales. Y también trabajar con alumnos y colegas que están en medio de situaciones angustiosas.


Las redes sociales nos traen el dolor en forma de chistes y memes, pero el miedo y el hartazgo están aquí. La gente está mal, está aterrada, está deprimida. Siento que para muchos este año fue un detener lo que estaban haciendo. El año que no fue, el año que desapareció.


Allá por el mes de abril alguien dijo en Facebook o Twitter que debían devolverle el dinero por su agenda de 2020, porque no la iba a usar.


Sonaba a verdad amarga, pero ya en ese momento para mí era mentira.


No puse en mi agenda los horarios y códigos de los vuelos y las direcciones de los hoteles, porque no salí de Santiago, eso fue verdad. Pero la agenda se llenó de clases y conferencias y charlas y encuentros por Zoom y Teams y Google Meets, y de montones de plazos para entregar artículos, reseñas, y dos libros enteros que pude terminar este bendito año.


Sí, este año terminé dos libros.


Sin salir a la calle, hice más que nunca. Y viví más plenamente y con la plácida felicidad que hace años anhelaba.


Y ahora, al abrir mi regalo de navidad, me encuentro con la respuesta a por qué pasé tan bien y debo celebrar sin culpas este 2020 en que encontré mi rumbo, que hacía tiempo buscaba.


La respuesta está en la agenda que ayer me regaló Carmen.


Mejor dicho, en el cambio y la continuidad que van de la agenda de este año, que en 2019 compré en una tienda de Moleskine en la estación de tren de Venecia, a esta del año que viene.




Las dos agendas se ven en la foto que acompaña este texto. La gastada y cansada de este año, color cereza madura, tiene los inconfundibles dibujos de la primera edición de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll.


Esa agenda a punto de expirar tiene en la tapa esos dibujos de Alicia, de la Reina de Corazones y de dos sirvientes o soldados-carta, del cinco de picas. Los soldados están mirando cada uno hacia un extremo de la tapa, como preguntando algo, y en medio, un rosal algo más alto que ellos.


Entre las Alicias figura una pregunta:


“How should I know?�


“¿Cómo saberlo?�


Sin haber hecho la relación, esa pregunta me llevó a vivir, leer, escuchar, escribir, enseñar, y sobre todo soñar una vida que en esta edad en que otros tienen sueños de nietos y de jubilación, para mí es un inicio de convivencia amorosa en una nueva casa, con libros y nuevos amigos y proyectos largamente postergados.


Carmen encontró, no imagino dónde, una Moleskine color rojo frutilla jugosa, más gruesa, también con personajes del Alicia original del genial dibujante John Tenniel.


Esta tapa tiene solo tres personajes. Muestra a los soldados del dos, el seis y el cinco de picas con el rosal mucho más alto y florecido. Esta vez los hombres se miran, conversan, y uno de dice a los demás:


“The best way to explain it is to do it�.


“La mejor forma de explicarlo es hacerlo�.


Mi vieja lapicera Parker de tinta azul ya se adosó a la nueva agenda, aunque el 2021 todavía haya empezado.


Pero yo ya tengo mi respuesta, la que me trajeron la vida y el amor.

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Published on December 26, 2020 07:26

December 25, 2020

El zorro de Teumeso

Cuenta Roberto Calasso, en El Cazador Celeste, que los tebanos sufrían el acoso continuado de un zorro que moraba en las espesuras del lugar de Teumeso. Parece que el enflaquecido cánido, poseído por un estado de hambre permanente, acechaba con saña y mataba a quien con él se cruzara. Quizá para atemperar su furor recurrieron al sacrificio; cada mes, de anochecida, abandonaban a un niño en las puertas de la ciudad para que la bestia colmara su tenaz apetito, y digo quizá, porque el sacrificio ceremonial, el rito periódico para aplacar toda clase de desórdenes insuperables, formaba, ya entonces, parte principal del catálogo de ocupaciones placenteras del ser humano.


El relato es débil, la figura del raposo, aunque algunas fuentes lo tildan de gigantesco, no es suficiente para encarnar la fiera que, según se dice, amenaza con devastar un cuerpo extenso, el planeta entero, empeño por el cual el lector reclama, de modo urgente, la figura del lobo. Sin embargo, un intento, puede que triunfal, encaminado a solucionar este problema, se sustancia al considerar al zorro de Teumeso como gran foco del mal, como origen único del mal que no puede mitigarse, del mal que reside en el destino inexorable del zorro, en su condición de predador que nunca será predado.


Hoy, he visto al zorro del lugar de Teumeso. Amanecía, humeaba la escarcha, y un nervioso, rápido, críptico animal, ha cruzado al trote, descendiendo de los bosques de la umbría de Monte Pano, el campo abandonado que hoy ya nadie recuerda que se llama Ibor. El zorro se ha detenido, unos segundos, me ha lanzado su mirada, y el brillo de sus ojos ha revelado que portaba el mal, que una ofrenda de cuerpos humanos, sin duda cuerpos de ancianos, más accesibles que cuerpos infantiles, podría calmar su inclinación al flagelo cósmico, evitar que siguiera ejerciendo su oficio, tan antiguo, eficaz e inmisericorde.

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Published on December 25, 2020 02:30

December 23, 2020

Los muertos hablan: cuerpos y cosas de los que faltan

No hay ningún comienzo más potente en la literatura argentina que el del Facundo de Domingo Faustino Sarmiento:

¡Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte, para que sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo! Tú posees el secreto: revélanoslo�.

Lo que Sarmiento le pide a las cenizas y la sangre convertida en polvo del caudillo riojano es que le explique lo indescifrable de un pueblo que elige la barbarie criolla en vez de la civilización europea, las luchas fratricidas en lugar de la paz fecunda de las aulas y los arados. En vida, Facundo Quiroga supo entender y liderar los anhelos y las luchas de su revoltosa montonera. Como Homero le pedía ayuda a los dioses del Olimpo y el Dante procuraba el auxilio del poeta Virgilio en la difícil empresa de contar una historia enrevesada, el gran Sarmiento pide ayuda a su personaje principal, a su enemigo admirado.

Pero no a él ni a su recuerdo: a sus huesos y su ensangrentado polvo. En su pedido está reviviendo al muerto. La invocación es un encantamiento, un acto de magia, la forma en que vuelven a la vida los desaparecidos en la literatura de lo real.

Como Sarmiento a Quiroga, podemos volver a la vida a las personas que nos enamoraron, nos atormentaron, nos siguen doliendo y a los que extrañamos con desmesura. Transformar los restos de los muertos en un Golem hecho de las palabras justas para insuflarles el soplo de la verdad sobre la página escrita.

Es, entonces, una de las formas en que nos hablan las reliquias de los muertos: para ayudarnos a entender algo que llevamos dentro. Pero las cosas que dejan los muertos también son capaces de revelar secretos de un manera menos filosófica y más detectivesca.

La historia de la literatura policial, de enigma, está poblada de relatos en los que un policía, un detective privado, un fiscal, el familiar o amigo del muerto o un periodista de investigación logran desentrañar las circunstancias de un crimen y revelar el nombre del asesino operando como un arqueólogo: haciendo hablar al cadáver, sus pertenencias o los objetos encontrados en el lugar del crimen.

El 5 de agosto de 2020, a 97 días de la desaparición de otro Facundo, el joven Facundo Astudillo Castro, quien fue visto por última vez en manos de la policía de la Provincia de Buenos Aires que lo había arrestado por no respetar la cuarentena del coronavirus, la investigadora de la Universidad de Buenos Aires Cora Gamarnik, especialista en el mensaje que transmiten las fotos y los objetos, posteó en Facebook este mensaje, que tituló “Lo que va de un objeto a una vida�.


En medio de un basural, adentro de una comisaría. Un basural que al lado tenía colchones porque también funcionaba de calabozo. Ahí se encontró un objeto pequeñito. El regalo de la abuela. Una sandía con una vaquita de San Antonio adentro. Un objeto de la suerte tal vez o el recuerdo del cariño de ese nieto. Facundo se fue con pocas cosas y entre ellas se llevó la vaquita adentro de la sandía. Tan pequeño era que se les escapó, que lo tiraron a la basura, que no lo registraron.



Un objeto que muestra la persistencia de una vida que se niega a desaparecer. Un objeto que demuestra que a Facundo se lo llevaron a la comisaría, que lo tuvieron ahí, que le quitaron su recuerdo.
¿Dónde está Facundo? ¿Qué hicieron con él?


La foto muestra un minúsculo objeto que perteneció a Facundo, el chico de 22 años que salió en plena cuarentena el 30 de abril en la localidad de Pedro Luro, en el Gran Buenos Aires, y no fue visto nunca más. Unos días antes de su texto sobre el objeto, Gamarnik había compartido en la misma red social la última foto de Facundo: de pie al lado de un coche policial, cabizbajo y con las manos unidas al frente, en actitud de sumisión o de súplica, mientras un policía uniformado lo vigila.

El hallazgo del regalo que le había hecho su abuela dentro de la comisaría da pistas de quiénes pudieran ser responsables de su desaparición. Las cosas nos hablan, nos cuentan sobre sus dueños, gritan y susurran, denuncian y delatan.

Las cosas que rodean a los muertos son material incandescente para muchas ciencias, artes y acercamientos. Desde que las dictaduras latinoamericanas comenzaron a cambiar la práctica de dejar los muertos expuestos en descampados y cunetas y empezar el ejercicio mucho más atroz y dañino de “desaparecer� los cuerpos, los familiares, las organizaciones de derechos humanos y los valientes científicos como el Equipo Argentino de Antropología Forense comenzaron a hacerle preguntas a los vestigios de los muertos.

No eran reliquias de civilizaciones desaparecidas hace siglos, como los que estudian tradicionalmente los arqueólogos. El terrorismo de estado hizo necesario aplicar estas técnicas de preguntarle a las cosas y a los huesos de muertos mucho más recientes. Las crónicas de Leila Guerriero El rastro de los huesos (2010) y La otra guerra de las Malvinas (2020), ambas publicadas en la revista dominical de El País, dan cuenta de forma magistral de esta búsqueda de hacer hablar a los restos humanos.

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Published on December 23, 2020 06:33

La vida nuda

Durante buena parte de nuestra vida activa tendemos a confundir lo que hacemos con lo que somos. Permanecemos imantados a nuestras actividades como el cordón umbilical que nos ata a la flecha del tiempo. Acabamos por creer que han delegado en nosotros un poder y una responsabilidad que, por pequeños que sean, debemos tomarnos absolutamente en serio. O-, ¿no recuerdan cuando nos llevábamos trabajo a casa, no solo carpetas sino problemas, complejos, impotencias y relaciones envenenadas? Este año la casa ha acogido el despacho, y apenas hemos tenido roce con los otros. El simbolismo de las oficinas concebidas como colmenas humanas –donde aparentemente reinaba una eficiencia colaborativa� ha sido reemplazado por la pantalla inodora, ante la cual podemos transgredir el protocolo social fusionando vida pública con vida privada. ¿Cuántos teletrabajadores se habrán conectado con sus jefes en pantalón de pijama y calcetines? Y si este detalle bien podía producirnos cierto placer (igual que el de no trasladarnos hasta la periferia para ocupar nuestra silla laboral), debemos admitir que, a la vez, implica una pérdida de nuestro yo social y político.


Justo al inicio de la pandemia cayó en mis manos un interesante ensayo que analiza el pensamiento de Giorgio Agamben,Política sin obra, escrito por el joven filósofo Juan Evaristo Valls Boix, que forma parte de la corriente de pensamiento de política posfundacional plasmada en una colección que edita Gedisa. La ھDzǴí de Agamben desarrolla una crítica a la maquinaria política occidental que ha separado la vida en dos: la legítima, productiva y gobernable, y la desnuda e inoperante, señala el autor. ¿Por qué no dejar de someterse a los principios de la realización y del éxito, los mismos que nos han atenazado como individuos? ¿Por qué la búsqueda del valor de nuestros actos nos ha desprovisto de gestos soberanos? “El hombre moderno es aquel que ha perdido la relación con él mismo y solo puede pensarse a través del consumo de nuestra identidad�, resuelve Juan Evaristo Valls.


Subrayé medio libro, desde el mismísimo prólogo, firmado por la profesora Laura Llevadot, en el que ilustra acerca de la inoperancia que encarna Bartleby y su “preferiría no hacerlo�, que, según el filósofo italiano, representa una forma de resistencia pasiva para no seguir engordando un sistema que “exige un hacer continuo y nos separa de la vida hasta agotarla�. Y volví a pensar en las vidas nudas, las que carecen de suplemento de politicidad. Las mismas que nos han asistido durante la pandemia. Y siguen haciéndolo. Las de los mensajeros y repartidores de paquetería, muchos de ellos sin un DNI español, precarizados y en los bordes del sistema, pero cuyo servicio –al igual que cajeras, repartidores o camioneros� ha constituido el pilar sobre el que se ha asentado una sociedad confinada.


Llegan las Navidades, pautadas, abortadas y replanteadas una y otra vez en una especie decoitus interruptus. Asistimos a una ruidosa delibe­ración de medidas que ha agotado nuestra escasa ración de deseo. Durante meses hemos blandido el carnet de buenos ciudadanos, entregando nuestras libertades a cambio de la promesa de seguridad, muertos de miedo por la acuciante sombra de la tragedia, y bien parece que sigamos dentro de un mal sueño parecido al que nos revelaba Roger Caillois, en el cual había desaparecido la casa que habitábamos; sí, se esfumaba de repente. Simplemente dejaba de existir.


¿Acaso nuestro presente y futuro no están más desnudos que antes del virus? Desprovistos del hervor de la ambición, ya no podemos admitir que la vida por sí sola no vale nada, sino reivindicar esa pura inmanencia del vivir aconteciendo, que describe Agamben. “Situar el vivir en el centro de la vida�, resume con clarividente sencillez. Qué difícil es entender a aquel cuyo vivir no se ha medido en función de sus fines y de sus obras, sino en la búsqueda del perdido jardín del Edén; “la beatitud de esta vida�, en palabras de Dante que recoge el autor.


Ya hemos hecho nuestra la soledad del animal herido, el desamparo del perro de Goya apuntando su hocico al abismo. Las ciudades paralizadas, la cancelación de los rituales sociales, las familias separadas que no se juntarán este año en la ritualización de Navidad y Fin de Año, esos escenarios familiares por antonomasia. Todo ello nos afecta, sí, pero permite también que nos escrutemos, asomados a la intemperie universal con un espíritu de superviviente. Y nos brinda la oportunidad de liberarnos de unas cuantas máscaras que, como el mentiroso que acaba por creer sus propios engaños, pensábamos que eran consustanciales a nuestra personalidad.


El otro día le oí decir al papa Francisco en La 2 que “los artistas son apóstoles de la belleza que ayudan a vivir a los demás�. Hizo un alegato a favor de la expresión artística y confesó que reza a santo Tomás Moro para que le guarde el sentido del humor. Qué sencillo parece, pensé: arte, risas y el paraíso terrenal. Algún día la vida pudo ser eso.

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Published on December 23, 2020 02:06

Laberintos Borgianos (II): de Spinoza a Georg Cantor


Sintetizo lo relativo a Spinoza en el texto de Borges citado en la última columna: cuando la tarde que muere es miedo y frío�, el filósofo Spinoza está “soñando un claro laberinto� esforzándose en labrar el “arduo cristal� del infinito.


Lo que en el poema sobre Descartes era noche es ahora “tarde que muere�, frío y miedo no son sólo “un poco� y la interrogación, luego la duda, se concentra en “el infinito�, evocado también en el otro soneto de Borges dedicado a Spinoza:


“Bruma de oro el occidente alumbra/ la ventana. El asiduo manuscrito/ aguarda, ya cargado de infinito/Alguien construye a Dios en la penumbra. /Un hombre engendra a Dios. Es un judío/de tristes ojos y de piel cetrina;/lo lleva el tiempo como lleva el río/una hoja en el agua que declina./No importa, el hechicero insiste y labra/a Dios con geometría delicada;/desde su enfermedad, desde su nada,/Sigue erigiendo a Dios con la palabra./El más pródigo amor le fue otorgado,/el amor que no espera ser amado�.


Spinoza muere el 6 de febrero de 1677. Hay divergencias sobre cómo habrían transcurrido sus últimas horas, y algunas versiones han sido consideradas totalmente fantasiosas. Mayor consenso hay respecto de la escasez de bienes que legó. Jean Colerus, uno de sus biógrafos, indica que la hermana del filósofo, residente en Amsterdam se postuló como heredera. El propietario de la pensión que alojaba a Spinoza, Van der Spyck, le exigió satisfacer algunos gastos que habían sido avanzados por los amigos. Apercibiéndose de que con tal reducción nada quedaría, la hermana renunció a la herencia. Colerus habla de las causas de la muerte con el nombre genérico de tisis. En todo caso se trata de una afección pulmonar, secuela de la inhalación de polvo de vidrio durante años de trabajo con este material. Tallador del cristal� y forjador conceptual del infinito. Aspecto del filósofo al que Borges se refiere también en el texto de La cifra que lleva el enigmático título de Nihon:


“He divisado, desde las definiciones, axiomas, proposiciones y corolarios, la infinita sustancia de Spinoza, que consta de infinitos atributos, entre los cuales están el espacio y el tiempo, de suerte que si pronunciamos o pensamos una palabra, ocurren paralelamente infinitos hechos en infinitos orbes inconcebibles. En ese delicado laberinto no me fue dado penetrar(�)�.


Pero en Nihon el poeta indica que también constituyeron para él un laberinto otras teorías del infinito, así el infinito matemático de Georg Cantor:


“He divisado, desde las páginas de Russell, la doctrina de los conjuntos, la Mengenlehre, que postula y explora los vastos números que no alcanzaría un hombre inmortal aunque agotara sus eternidades contando, y cuyas dinastías imaginarias tienen como cifras las letras del alfabeto hebreo, En ese delicado laberinto no me fue dado penetrar�.


En el laberinto de los números transfinitos de Cantor sí se esforzó en penetrar el filósofo y matemático francés Jean Cavaillès, poniendo el acento sobre el peso filosófico de los mismos y de las paradojas que encierran desde la perspectiva del sentido común, no de la consistencia matemática. Durante un tiempo, a la vez que colaboraba con la resistencia daba clases en una gran institución parisina. Tras pasar totalmente a la clandestinidad es detenido y condenado a muerte. Cavaillès fue fusilado el 17de enero de 1944 en la ciudad de Arras. El físico Etienne Klein escribe sobre Cavaillès lo siguiente: “Es en su condición de filósofo y lógico que se comprometió en la resistencia: era la única actitud lógica y necesaria para quien tomaba en serio la búsqueda de la verdad�.

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Published on December 23, 2020 02:02

December 22, 2020

Progresamos

En un año de Gobierno ya empiezan a verse las líneas maestras del proyecto y a presentirse cuál será el futuro de este país




Se va adivinando, avanza muy despacio para no asustar, pero en un año de Gobierno ya empiezan a verse las líneas maestras del proyecto y a presentirse cuál será el futuro de este país si continúa el programa de cimentación de una nueva sociedad española.



En primer lugar, está ya claro que no hay empatía por ninguna de las democracias europeas. Es algo que sospechábamos desde el comienzo. El modelo que persigue el Gobierno no es el de los países del contorno. Se parece más al de algunas repúblicas de América del Sur como Argentina, Venezuela o Bolivia. El favorito es Argentina porque una parte del Gobierno es peronista, aunque el fragmento chavista tiene mayor influencia. En ambos casos, sin embargo, al modelo le falta un pedestal. El culto al jefe patriarcal, como lo fueron Perón o Chávez, no puede ser sustituido por torpes imitaciones como Maduro o Kirchner. Una república populista requiere un caudillo.



¿El caudillo podría ser Pablo Iglesias? Sin duda Sánchez carece de carácter para ese cometido como se ha visto en un año de Gobierno en el que todos sus socios, separatistas catalanes y vascos, posetarras, comunistas, peronistas y chavistas de Podemos, le han robado el escenario y lo han sometido en todos y cada uno de los órdenes del Estado. El último ha sido el ataque directo a la cabeza misma. Con razón: el rey Felipe es el jefe de las Fuerzas Armadas y hay que descabezarlas. El penúltimo es someter al poder judicial para acabar con el arcaísmo de la división de poderes. ¿Alguien imagina a un peronista, a un chavista, a un comunista, obedeciendo al poder judicial? Ya hay una parte de España que no acata las sentencias jurídicas y no pasa nada. Ahora falta el resto del país que, menos Madrid, es fácil de someter.

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Published on December 22, 2020 07:25

Me enamoré de mi uróloga

Ha vuelto a suceder. Me he vuelto a enamorar. De mi uróloga. Hubo un bache. Un malentendido quizá. O su empecinamiento en querer practicarme una biopsia prostática. Y mi empecinamiento en no quererlo. Recurrí a la autoridad profesional de sus mentores. ¿Indebidamente? Pero tuvieron razón. Y hubiera sido innecesario perpetrar tamaña escabechina. Despejado ahora el panorama. Sentada la evidencia de que por el momento no me devora el cáncer. Olvidadas las escaramuzas. Volvemos a sonreír. Cruzamos las miradas encendidas. En cuanto lo permite la postura. Tras el tacto rectal consuetudinario. Ante el estupor de la enfermera vasca de pesadas carnes.

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Published on December 22, 2020 01:39

December 21, 2020

Mujer solaconperro

Hay en la historia del teatro al menos cuatro obras muy significativas en las que una mujer sola habla con el fantasma de un hombre; tres están mudos en escena, y un cuarto no se muestra de ningún modo. Dos de esos monólogos, La Voix humaine y Le Bel Indifferent, son de Jean Cocteau, Happy Days (1961) está entre las obras maestras de Samuel Beckett, y en el cuarto y más contemporáneo, Diatriba de amor contra un hombre sentado, Gabriel García Márquez, en una insólita incursión teatral, tuvo sin duda dentro de su cabeza tan ilustres y conocidos precedentes. El primero en ser escrito y estrenado, en 1930, fue La voz humana; Jean Cocteau, un prolífico artista en diversos registros, tenía ya más de cuarenta años y varias recreaciones clásicas en su haber, pero su espíritu a la vez profano y zangolotino convivía, como lo haría siempre, con la tragedia mitológica, el drama histórico de libre Գٱٲó y el modelo grecolatino, realzado con sus preciosos y a menudo procaces grafitti. Satisfecho del éxito internacional y duradero de esa corta pieza de media hora (llevada al cine como veremos y convertida en ópera por Francis Poulenc), Cocteau siguió cultivando el monólogo toda su vida, haciendo en 1940 para Edith Piaf, que lo estrenó, El bello indiferente, una variante o pendant del monodrama de 1930, en este segundo caso semi-telefónico, pues la mujer postergada también le habla a la cara al proxeneta desconsiderado.


La voz humana tiene un fundamento preciso contado por Cocteau en el prólogo a la edición del texto, publicado igualmente en 1930, donde el autor habla de “el recuerdo de una conversación sorprendida al teléfono, la singularidad grave de los timbres [de voz], la eternidad de los silencios�. Pedro Almodóvar, que no sigue en The Human Voice las minuciosas precisiones del decorado que Cocteau escribió en su día, se toma libertades muy fieles, teniendo el acierto de no abordar y ni siquiera sugerir la leyenda que acompaña al monólogo, según la cual la escena de ruptura, planto y agria recriminación refleja en realidad la de una pareja de hombres. Aunque esta atribución sotto voce la he visto comentada seriamente, por ejemplo en la monumental edición del teatro completo de Cocteau en la Biblioteca de la Pléiade, la base tiene un origen chismoso: la noche del “ensayo general íntimo� en el gran teatro, lleno a rebosar, de la Comédie-Française donde se estrenó dos días después, el poeta Paul Eluard, que asistía como acompañante invitado por el cineasta ruso Eisenstein, dejó oír su voz en medio de la función, gritando Eluard (quien como otros surrealistas detestaba la frívola libertad de un exhibicionista de gran talento como Cocteau) que la obra era obscena, pues lo que la actriz dice en el escenario “¡se lo dices tú a Jean Desbordes!�, amante por aquel entonces del escritor. Aquel 15 de febrero de 1930 había más de mil espectadores en la sala, y el zafarrancho fue fenomenal, teniendo Paul Eluard que refugiarse en las oficinas del administrador del teatro. “Jean [Cocteau] está encantado. Ha tenido su escándalo�, escribiría más tarde un amigo suyo.


Juzguemos nosotros esa miniatura escénica tal cual es, dejando para la maledicencia o el vaticinio lo que pudiera ser una transposición, a la manera en que ciertas figuras y trasfondos femeninos del teatro de García Lorca y Tennesee Williams tendrían antes encarnadura o moldes masculinos. Y juzguémosla ahora en esta reencarnación en inglés que ha llevado a cabo Almodóvar con Tilda Swinton. El cineasta presenta a su protagonista en un no-lugar industrial en el que los vestidos que la actriz lleva resaltan: una mujer exquisitamente arreglada divaga por un decorado, antes quizá, o en el descanso de un rodaje. Así empieza esta Voz Humana en inglés, pero no sería Pedro nuestro admirado Almodóvar si en el contexto de una obra sublime dejara de introducir la paradoja, o incluso la caricatura. Swinton abandona el taller, estudio de grabación o sala de ensayo teatral para ir de compras; una ferretería bien surtida aunque no sofisticada, en la que el consuetudinario episodio fraternal se consolida ante el mostrador, atendido por Agustín Almodóvar, que ha ido creciendo con sus cameos y ahora dispone de dos hijos adultos presentes en la figuración de esta escena que algunos espectadores consideran un pegote o una humorada fácil. A mí la escena, en un segundo visionado, me pareció un adecuadísimo contrapunto hortera (y no olvidemos que la palabra hortera se aplicaba originalmente sin menosprecio, al menos en la España central, al dependiente de un comercio); la crasa realidad que va pegada al espíritu de la ficción.


Esa ficción empieza a continuación con la voz hipnótica y los modos extraterrestres que confiere a su andar la gran actriz británica, que se interpreta, al menos en la superficie, a sí misma: una actriz entrada en años a la que aún llaman los productores avispados que gustan de su palidez espectral y de su estilo interpretativo “mezcla de locura y melancolía�. Pero en el decorado suntuoso donde sucede la acción representada hay un tercer invitado, que se configura como co-protagonista: el perro Dash, una presencia que en el texto de Cocteau es poco perceptible y apenas se deja ver en Una voce umana, la cinta de Rossellini a la que volveremos. Almodóvar, aparte de elegir a un animal muy sustantivo y hermoso, le da voz o palabra canina, y más que eso: le da sentido. Sabemos por el texto que el perro pertenece al amante invisible e inaudible de la mujer, y como tal se comporta el animal en la extraordinaria secuencia del traje masculino sobre la cama y los hachazos que dieron pie al costumbrismo ferretero. La nostalgia del amo ausente que siente el perro no le impide el mostrar interés en lo que sucede delante de él: a Dash le han dirigido como actor, fuese el propio Pedro o un entrenador de animales quien lo hiciera, y como actor se comporta. De ahí que el final del mediometraje, que no conviene contar en sus importantes detalles, sea no solo una añadidura enormemente enriquecedora del guionista-cineasta, sino una vindicación de los damnificados: la mujer, que ha perdido a su amor de mala manera, y el perro, que la sigue y seguramente la comprenda gracias a lo que a ambos les une. El dolor sentido.


No he visto nunca la adaptación televisiva (con Ingrid Bergman) de La voz humana, pero me he dado el gusto, además de releer el monólogo y escuchar la grabación por Julia Migenes de la ópera de Poulenc, de revisar ’aǰ, ese atractivo y raro díptico de Rossellini concebido en 1948 a mayor gloria de Anna Magnani, que interpreta a la mujer amargada de Cocteau y a la pastorcilla simplona pero visionaria del segundo segmento, Il miracolo, una portentosa adaptación por Federico Fellini (que interpreta un papel central) de la novela corta de Valle-Inclán Flor de santidad. Del talento de la Magnani no hace falta glosa. El morbo lo da la comparación de dos adaptaciones y dos intérpretes tan eximias y tan distintas. La habitación de Un cuore umano está entre el neorrealismo y el interiorismo del cine de teléfonos blancos, en esta ocasión negros. La casa de la mujer sola de The Human Voice es un olimpo decorativo donde reina una diosa destronada. El italiano jugoso y chillón de la Magnani nos sabe a melodrama operístico. Tilda Swinton hiela con su tajante dicción inglesa, que esconde sin embargo las mismas pasiones de una mujer al borde de una crisis mortal. Las dos suplican y las dos toman píldoras, pero ninguna perece. La de Rossellini hunde en el plano final su cabeza de espeso pelo negro sobre la cama. La de Almodóvar también se desploma pero se levanta y anda. Lo que hace a continuación quizá ya no sea amor. Tampoco es condescendencia.

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Published on December 21, 2020 07:53

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Jorge Volpi
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