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319 pages, Paperback
First published January 1, 1957
"Si nuestro mundo fuera un mundo de verdad, habr铆a templos donde Justine podr铆a refugiarse y encontrar la paz que busca. Templos donde podr铆a superar esa herencia que ha recibido; no esos malditos monasterios llenos de jovencitos cat贸licos granujientos que han convertido sus 贸rganos sexuales en asiento de bicicleta.鈥�Justine es una de las grandes novelas del pasado siglo, y preveo y deseo que lo sean tambi茅n las tres restantes que con esta componen El cuarteto de Alejandr铆a y con las que me deleitar茅 en una experiencia lectora que se convertir谩 para m铆 en algo muy especial por razones que no vienen al caso.
鈥淓l dolor mismo es el 煤nico elemento de la memoria; porque el placer termina en s铆 mismo鈥�Pronto la neblina de ese caos de escenas que nos envuelve y nos confunde en los primeros pasajes se va levantando para darnos paso a una esplendorosa Alejandr铆a de principios del siglo pasado que el autor nos recrea magn铆ficamente en sus olores y sonidos, en las luces y sombras de sus rincones, una ciudad que 鈥渋mpone a sus mujeres la voluptuosidad del dolor y no del placer, conden谩ndolas a perseguir a aquellos a quienes menos quisieran encontrar.鈥�
鈥淓n la 茅poca que conoc铆 a Justine yo era casi un hombre feliz.鈥�En esta primera cara del prisma que conforma la novela que inicia El cuarteto de Alejandr铆a, Justine, bella y conspicua hija del paisaje de su ciudad, aparece como una mujer fuerte, exigente, arrogante, que siente y lamenta que nadie haya podido amarla de verdad, una mujer que posee 鈥渆sa independencia vertical propia de la actitud masculina鈥�, que rinde culto al placer y consagra sus dones al amor sin parar mientes en el dolor que inflige a sus numerosos amantes a los que ama 鈥渢an bien y sin embargo tan poco鈥�. Justine es una mujer amurallada tras una herida del pasado que necesita recrear una y otra vez para obtener la satisfacci贸n que exige en su desenfrenada b煤squeda sexual de aquel que consiga liberarla de su dolor. Este es el camino amoral que elige Justine en pos de ese algo que d茅 sentido a su existencia, un camino sin medida y recorrido con un hambre devoradora de conocimiento y sabidur铆a, un camino que en el fondo poco ten铆a que ver con el sexo y s铆 mucho con el anhelado encuentro con esos pocos seres que son nuestros complementarios en el mundo.
鈥淟o que me falta de coraz贸n me sobra de alma. Y ah铆 est谩 la ra铆z del mal鈥�Este camino emprendido por Justine sirve al amante-narrador-autor para regalarnos una geograf铆a abrupta del amor, ese 鈥渋ncendio de dos almas empe帽adas en crecer y manifestarse independientemente鈥�, 铆ntimamente relacionado demasiadas veces con el sentimiento de posesi贸n, que deber铆a estar m谩s all谩 de orgullos o envidias, que deber铆a darse indeliberadamente y sin esperar contrapartida alguna y que, sin embargo, es tan absoluto que toma o pierde todo, que es capaz de alimentarse de celos, que impide disfrutar de su objeto tal cual es, tan contradictorio que nos ata con la misma fuerza que nos impele a escapar, tan parad贸jico que la entrega sexual al otro puede ser la 煤nica forma de eludir el peligro de enamoramiento.
鈥淐uesta mucho luchar contra el deseo del coraz贸n; todo lo que quiere obtener, lo compra al precio del alma鈥�Y junto al amor, la relaci贸n turbadora y tormentosa que con 茅l ha tenido siempre el sexo, ese matrimonio que gusta tanto de los tr铆os con la moral, donde 鈥渓as prohibiciones crean el deseo que pretenden curar鈥� y que a menudo viene acompa帽ada del sentimiento de culpa que solo en el castigo encuentra satisfacci贸n. As铆 las cosas, Durrell se queja tanto del abandono del cuerpo que el sexo ha emprendido para establecerse en los dominios de la imaginaci贸n como de que le estemos quitando todo su sabor transform谩ndolo en mero deporte sin alma.
鈥淢e pregunto qui茅n invent贸 el coraz贸n humano. D铆melo, y mu茅strame el lugar donde lo ahorcaron.鈥�Justine es una novela que requiere una lectura atenta y reflexiva, repleta de frases dignas de enmarcar y con la que se tiene siempre la sensaci贸n de no ser capaz de abarcarla en su totalidad. Ser谩 un placer volver a ella en un futuro para encontrar los rincones no visitados de esta so帽ada Alejandr铆a de Durrell.
鈥淎t night when the wind roars and the child sleeps quietly in its wooden cot by the echoing chimney-piece I light a lamp and walk about, thinking of my friends鈥攐f Justine and Nessim, of Melissa and Balthazar. I return link by link along the iron chains of memory to the city which we inhabited so briefly together: the city which used us as its flora-precipitated in us conflicts which were hers and which we mistook for our own: beloved Alexandria!鈥�
鈥淎lexandria. . . . . Justine and her city are alike in that they both have a strong flavor without having any real character.鈥�