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112 pages, Paperback
First published January 1, 1971
“¿Qué garantías tienes de que el hombre con quien conversas no se ha manchado con la sangre de tus amigos y parientes?�La familia de nuestro protagonista es judía, aunque se sitúen entre el agnosticismo y el ateísmo. Son burgueses, cultos y antisionistas, lo que les convierte directamente en antisemitas, si nos atenemos a lo que defienden siempre los dirigentes israelitas, creyéndonos estúpidos o siéndolo ellos mismos.
“Mi padre aborrecía el sionismo. Esa sola idea le parecía demencial. A su juicio, era tan absurdo reclamar Palestina después de dos mil años como lo habría sido que los italianos reclamaran Alemania porque en otra época la habían ocupado los romanos. Eso sólo podría desembocar en una matanza interminable y los judíos deberían combatir a todo el mundo árabe�La historia empieza de una forma muy apropiada, mostrando como a todos los jóvenes del colegio, judíos y no judíos, les unía el desprecio hacia el pobre y el débil, indicando claramente el ambiente que se respiraba en la Alemania de preguerra y que la crueldad y el clasismo/racismo no es patrimonio de nadie y —lamentablemente lo estamos viviendo en la actualidad� que la idea de que el otro es un ser inferior al que se le puede someter y en último caso aniquilar se puede extender en cualquier sociedad de forma muy rápida (y ahora no hablo solo de los israelitas, la xenofobia es uno de los grandes males de nuestra época).
“Le despreciábamos porque era afable y bondadoso, y porque olía a pobreza —tal vez su apartamento de dos habitaciones carecía de cuarto de baño�, y vestía un traje muy remendado, lleno de brillos, verdoso, que usaba durante el otoño y los largos meses de invierno (tenía otro traje para la primavera y el verano). Le tratábamos con desdén y ocasionalmente con crueldad, esa crueldad cobarde de la que tantos jóvenes sanos hacen gala en su trato con los débiles, los viejos y los indefensos�Otro punto que destaca especialmente la novela es la forma en la que actúa la mente ante ciertas personas en las que se intuye una supuesta autoridad innata, cómo nos podemos ver subyugados por una personalidad que nos arrastre tras él. Esto se observa tanto en la admiración que el joven Hans siente por Konradin, el chico aristócrata que se llega a su clase, �
“Miré al extraño joven, que tenía exactamente mi edad, como si viniera de otro mundo…Los Hohenfels formaban parte de nuestra historia... Estudiaba su rostro altivo, delicadamente cincelado, y con toda seguridad ningún amante habría contemplado con más fijeza a Helena de Troya, ni se habría sentido más persuadido, ante ella, de su propia inferioridad�� como en la enorme impresión que tuvo Konradin al encontrarse con Hitler.
“Su personalidad y sinceridad me impresionaron más de lo que jamás habría podido imaginar. Lo conocí hace poco tiempo cuando estuve en Munich con mi madre. Exteriormente es un hombrecillo que no llama la atención, pero apenas lo escuchas te sientes arrastrado por la fuerza de su convicción, por su voluntad de acero, por su vehemencia demoníaca y su perspicacia profética. Cuando mi madre salió estaba bañada en llanto y no cesaba de repetir: «Dios nos lo ha enviado»�Toda la novela está escrita con una gran sencillez, con un estilo trasparente que deja todo el protagonismo al relato cuyo dramatismo se desprende del mismo sin que el autor lo fuerce en ningún momento. Y el final� uuuuuuffff, el final es de los más geniales que haya leído nunca.