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Todo lo que tengo lo llevo conmigo
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En el pasado la actividad literaria se encontraba limitada en muchos sentidos, ya que tanto los escritores como el público en general, en especial los lectores, estaba restringido a una clase social (alta y media-alta), una raza (blanca) y un género (masculino). Ahora debido a la evolución y a las nuevas condiciones de la sociedad, asà como al momento histórico que vivimos con sus concomitantes y afortunados estÃmulos nos ofrece, entre otras cosas, una gran diversidad en la oferta literaria. Una de las resultantes más apreciadas de la caÃda de muchas barreras y prejuicios es que el talento de la mujer se ha visto eclosionado, fruto de ello son las grandes escritoras que se encuentran en la palestra de unas décadas para acá.
Un indicador de lo anterior puede ser el Premio Nobel de Literatura: a partir de que este Premio se instituyó en 1901 y hasta 1990, éste se entregó en 83 ocasiones, correspondiendo tal Premio a solamente 6 mujeres lo que representa un exiguo 7%. En cambio de 1991 a la fecha se ha entregado en 26 ocasiones, habiendo sido galardonadas un total de 8 mujeres lo que representa un 31%, casi la tercera parte del total de los Premios. Si manipulamos un poco la estadÃstica haciéndola tomar un sesgo insidioso tenemos que de los tres últimos ganadores, el 66% han sido mujeres. ¡Y lo que falta!
Sin duda una de estas grandes escritoras es la Rumana-Alemana Herta Müller, ganadora del Premio Nobel en el año 2009 «quien, con la concentración de la poesÃa y la franqueza de la prosa, describe el paisaje de los desposeÃdos».
El sufrimiento, el dolor, las carencias, el hambre, la humillación y las miserias humanas son el tema principal de esta novela que se desarrolla en uno de tantos campos de concentración rusos tan socorridos por los gobiernos totalitarios. El relato acerca de cómo se reduce y degrada a su mÃnima expresión la condición humana en aquellos infiernos terrenales es impactante.
La autora logra encerrarnos literalmente en una lectura que es un fiel reflejo del campo de concentración: sórdida, poco estimulante, en un ambiente opresivo, sombrÃa, sin emociones, con largas y monótonas descripciones de lo que sucede o de lo que no sucede en ese campo. Lo que sà ocurre son actos brutales que rebajan al ser humano y que lo hacen perder la noción de la realidad sensible.
Herta Müller hace llegar todo esto hasta nosotros sin crudeza, con mesura, como si fuera algo normal, inclusive con algunos toques de poesÃa viviente. Si la intención de la autora fue transmitirnos todo esto, lo ha hecho muy bien.
En el campo de concentración el mundo humano se encuentra subordinado a otros mundos: al mundo mineral, al mundo vegetal, a la quÃmica básica, a la frÃa y seca fÃsica. La vida no se mueve, se asemeja a agua sucia y estancada. Los pensamientos del protagonista se centran en escudriñar dÃa y noche su mente, en pensar cosas sin sentido aparente, en inventar formas para olvidar el sufrimiento y el hambre.
Herta Müller le presta la voz a un narrador masculino que vivió los horrores de ese campo de concentración situado en Rusia, quien por cierto fue un poeta amigo de la autora y fue él quien le proporcionó “la materia prima� para desarrollar esta obra.
El tema principal de la obra de Herta Müller ha sido denunciar la destrucción del ser humano bajo la dictadura Rumana dirigida por el despiadado Nicolae Ceacescu quien ejerció el poder de 1967 a 1989. Este tema fue desarrollado ampliamente en sus anteriores trabajos, censurados durante mucho tiempo, y por los cuales le fue otorgado el Premio Nobel. En esta obra en particular también toca esos oscuros rincones de la humanidad pero ahora sitúa su obra en las crueldades y horrores que sufrió un núcleo de la población Rumana, el de los Alemanes-Rumanos perseguidos por Stalin.
Hacia el final del libro sentimos que se alivia un tanto ese clima opresivo y se nos permite respirar un poco cuando el protagonista regresa a su casa (¿hogar?) e inicia un proceso arduo para lograr su retorno a un mundo sensible y al abismo de su libertad.
Un indicador de lo anterior puede ser el Premio Nobel de Literatura: a partir de que este Premio se instituyó en 1901 y hasta 1990, éste se entregó en 83 ocasiones, correspondiendo tal Premio a solamente 6 mujeres lo que representa un exiguo 7%. En cambio de 1991 a la fecha se ha entregado en 26 ocasiones, habiendo sido galardonadas un total de 8 mujeres lo que representa un 31%, casi la tercera parte del total de los Premios. Si manipulamos un poco la estadÃstica haciéndola tomar un sesgo insidioso tenemos que de los tres últimos ganadores, el 66% han sido mujeres. ¡Y lo que falta!
Sin duda una de estas grandes escritoras es la Rumana-Alemana Herta Müller, ganadora del Premio Nobel en el año 2009 «quien, con la concentración de la poesÃa y la franqueza de la prosa, describe el paisaje de los desposeÃdos».
El sufrimiento, el dolor, las carencias, el hambre, la humillación y las miserias humanas son el tema principal de esta novela que se desarrolla en uno de tantos campos de concentración rusos tan socorridos por los gobiernos totalitarios. El relato acerca de cómo se reduce y degrada a su mÃnima expresión la condición humana en aquellos infiernos terrenales es impactante.
La autora logra encerrarnos literalmente en una lectura que es un fiel reflejo del campo de concentración: sórdida, poco estimulante, en un ambiente opresivo, sombrÃa, sin emociones, con largas y monótonas descripciones de lo que sucede o de lo que no sucede en ese campo. Lo que sà ocurre son actos brutales que rebajan al ser humano y que lo hacen perder la noción de la realidad sensible.
Herta Müller hace llegar todo esto hasta nosotros sin crudeza, con mesura, como si fuera algo normal, inclusive con algunos toques de poesÃa viviente. Si la intención de la autora fue transmitirnos todo esto, lo ha hecho muy bien.
En el campo de concentración el mundo humano se encuentra subordinado a otros mundos: al mundo mineral, al mundo vegetal, a la quÃmica básica, a la frÃa y seca fÃsica. La vida no se mueve, se asemeja a agua sucia y estancada. Los pensamientos del protagonista se centran en escudriñar dÃa y noche su mente, en pensar cosas sin sentido aparente, en inventar formas para olvidar el sufrimiento y el hambre.
Herta Müller le presta la voz a un narrador masculino que vivió los horrores de ese campo de concentración situado en Rusia, quien por cierto fue un poeta amigo de la autora y fue él quien le proporcionó “la materia prima� para desarrollar esta obra.
El tema principal de la obra de Herta Müller ha sido denunciar la destrucción del ser humano bajo la dictadura Rumana dirigida por el despiadado Nicolae Ceacescu quien ejerció el poder de 1967 a 1989. Este tema fue desarrollado ampliamente en sus anteriores trabajos, censurados durante mucho tiempo, y por los cuales le fue otorgado el Premio Nobel. En esta obra en particular también toca esos oscuros rincones de la humanidad pero ahora sitúa su obra en las crueldades y horrores que sufrió un núcleo de la población Rumana, el de los Alemanes-Rumanos perseguidos por Stalin.
Hacia el final del libro sentimos que se alivia un tanto ese clima opresivo y se nos permite respirar un poco cuando el protagonista regresa a su casa (¿hogar?) e inicia un proceso arduo para lograr su retorno a un mundo sensible y al abismo de su libertad.
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