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Es increíble lo ajeno que me siento al mundo tras leer este libro, además, me siento más ignorante que antes y abatido por una serie de emociones distintas. En consecuencia, no pude dejar de leer durante cuatro horas seguidas porque era tanta la intriga y la curiosidad ante la narración, que mis ojos querían adentrarse en cada uno de los recovecos de esta obra.
La historia trata sobre Christopher, un joven de quince años que padece del "síndrome del genio", un extraño padecimiento que, por cierto, no se menciona en el libro y que da cuenta de una singularidad tremenda. El niño no puede desarrollar ciertas habilidades básicas como relacionarse con los demás o reconocer las emociones en las personas, pero no tiene problema alguno en diagramar imágenes cotidianas directamente al papel o desarrollar imposibles (para mí) problemas matemáticos.
La narración es un tanto engañosa, puesto que comienza de forma tan simple que uno cree, se trata de un libro de misterio a lo Sherlock Holmes (lo cual, el mismo narrador presume que es así), pero al avanzar en los capítulos (que no obedecen a un orden tradicional, sino que están secuenciados por números primos), uno se da cuenta que esto trata de un tema biológico y social. No sé si llamarlo una enfermedad, pero sí un trastorno extraño en el niño del cual sería interesante investigar más adelante.
Mi alma humanista se sintió un tanto humillada, abatida y sorprendida por entrar en un mundo desconocido, donde las reglas de la lógica imperan en la mente de un adolescente de quince años. Nada es porque sí, nada no tiene una explicación, nada no tiene una comprobación científica, etc. Esta ¿novela ilustrada? es un completo mindfuck que, desde luego, me marcó por completo.