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Es mi favorito de la saga entera, además que uno de los favoritos de todos lo que alguna vez he leído.
Y Warner contribuyó en un 60% del total de todo lo que me encantó.
Amo a Warner con todo mi corazón, su bondad, sinceridad, belleza y sarcasmo en cada libro estuvo enterrada dentro de el, sin estar a la vista de nadie, pero todo estalla en el último libro, lo vemos realmente, todo de el. Conocemos su corazón, y es lo más puro del libro.

No encuentro las palabras para describirlo, porque quizá no las haya, quizá sea un sentimiento tan fuerte que no puede ser expresado. Es algo fluido, como nadar en el agua y dejarte arrastrar al fondo, al corazón del mar.
Como si todo fuese sencillo.
Pero al mismo tiempo amarlo causa un dolor en mi pecho, una presión, en donde dar un último respiro desgarra tu alma.
Pero amar a Adam es como nadar contra corriente, como intentar cruzar entre el barro, una lucha por llegar al final.

Juliette es otra, no es la misma que en el primer libro necesitaba ser rescatada, que era débil y frágil como una pequeña muñeca de porcelana.
Ahora es la Juliette que lucha por ella y por su gente, su familia, y sobre todo por su corazón.

Cuando me di cuenta de que habría no solo un cuarto, ni un quinto, si no hasta un sexto libro, esa opresión en mi pecho que trajo un nuevo sentido, alivio, y ansia por leer más de la pura poesía que Tahereh Mafi escribe.