Lucas Sierra's Reviews > Ariel: The Restored Edition
Ariel: The Restored Edition
by
by

Esta ha sido una lectura dolorosa. Llegué al libro empujado por la obra de teatro del Matacandelas, "La chica que querÃa ser dios", y lo primero que me encontré, en las palabras previas de Frieda Hughes, fue un cansancio infinito expresado con rabia acerca de aquellos que convertÃan la muerte de su madre en un becerro de oro. Para ella, como lectora de poesÃa y como hija, la figura de Sylvia Plath es mucho más que el dÃa infausto de la llave de gas.
AsÃ, entonces, presenta Hughes la edición restaurada del Ariel como un libro increÃble, sÃ, pero tristemente empañado por su condición simbólica de testamento artÃstico. Su madre, nos cuenta, sà era este delirio y esta furia, y sà fue la tristeza que la llevó a salir del mundo; pero era también otras muchas cosas, y es deber del lector tener la inteligencia necesaria para desligar el suicidio de la obra, y permitirse estar abierto para leerla desde sus múltiples matices de humanidad.
Esto, sin embargo, es labor titánica. Leer el Ariel sin pensar en el escritorio sobre el que fue encontrado, en ese segundo piso bajo el cual una mujer sella con trapos las rendijas de las puertas para poder asfixiarse, es difÃcil. En cierto modo, la decisión de morir ha impregnado estas páginas, cuya oscuridad intrÃnseca las hace receptores más que adecuados para esa traslación entre vida y obra.
Son estos poemas un despliegue de rabia y dolor, suenan, en muchas ocasiones, como la maldición del condenado a sus verdugos, expresada al tiempo con rencor y carcajada. Versos del tipo:
Contienen toda la tensión de un espÃritu dividido entre la entrega y la rebelión, y toma un esfuerzo garrafal intentar olvidar que la autora de "Lady Lazarus" terminó su vida por mano propia en la cocina de su casa:
Sin embargo, consiguiendo o fracasando en la petición de Hughes, los poemas cargan una increÃble fuerza dramática. Ya dije que está dividida entre el odio y la carcajada, también podrÃamos decir que está dividida entre el dolor y el gozo. El primero, impuesto por el mundo. El segundo, surgido de la Ãntima certeza de poder, al menos durante el instante de la escritura, mandar el mundo al carajo.
Tal es la vocación de la escritura. Esa, podemos decirlo, la sentÃa Plath en cada nervio.
AsÃ, entonces, presenta Hughes la edición restaurada del Ariel como un libro increÃble, sÃ, pero tristemente empañado por su condición simbólica de testamento artÃstico. Su madre, nos cuenta, sà era este delirio y esta furia, y sà fue la tristeza que la llevó a salir del mundo; pero era también otras muchas cosas, y es deber del lector tener la inteligencia necesaria para desligar el suicidio de la obra, y permitirse estar abierto para leerla desde sus múltiples matices de humanidad.
Esto, sin embargo, es labor titánica. Leer el Ariel sin pensar en el escritorio sobre el que fue encontrado, en ese segundo piso bajo el cual una mujer sella con trapos las rendijas de las puertas para poder asfixiarse, es difÃcil. En cierto modo, la decisión de morir ha impregnado estas páginas, cuya oscuridad intrÃnseca las hace receptores más que adecuados para esa traslación entre vida y obra.
Son estos poemas un despliegue de rabia y dolor, suenan, en muchas ocasiones, como la maldición del condenado a sus verdugos, expresada al tiempo con rencor y carcajada. Versos del tipo:
If the moon smiled, she would resemble you.
You leave the same impression
Of something beautiful, but annihilating. (73)
*
Si la luna sonriera, se parecerÃa a ti.
También tu dejas esa impresión
De algo hermoso, pero aniquilador.
Contienen toda la tensión de un espÃritu dividido entre la entrega y la rebelión, y toma un esfuerzo garrafal intentar olvidar que la autora de "Lady Lazarus" terminó su vida por mano propia en la cocina de su casa:
Dying
Is an art, like everything else.
I do it exceptionally well.
I do it so it feels like hell.
I do it so it feels real.
I guess you can say I've a call. (15)
*
Morir
Es un arte, como todo lo demás.
Yo lo hago excepcionalmente bien.
Lo hago de modo que se sienta infernal.
Lo hago de modo que se sienta real.
Supongo podrÃan decir que tengo vocación.
Sin embargo, consiguiendo o fracasando en la petición de Hughes, los poemas cargan una increÃble fuerza dramática. Ya dije que está dividida entre el odio y la carcajada, también podrÃamos decir que está dividida entre el dolor y el gozo. El primero, impuesto por el mundo. El segundo, surgido de la Ãntima certeza de poder, al menos durante el instante de la escritura, mandar el mundo al carajo.
Tal es la vocación de la escritura. Esa, podemos decirlo, la sentÃa Plath en cada nervio.
Sign into Å·±¦ÓéÀÖ to see if any of your friends have read
Ariel.
Sign In »