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``Echa un buen vistazo a Rusell. No volverás a ver a otro como él en tu vida´´. Aquel primer día, en la posta de Delgado, Henry Mendez lo había dicho todo. Hombre

Diligencias, forajidos descorazonados, héroes silenciosos y estoicos, apaches, sol, desierto, agentes indios, botines de miles de dólares, minas abandonadas... Estos y muchos más elementos del western clásico son conjugados con maestría por Elmore Leonard alrededor de un pequeño grupo de personajes. Todos ellos deben recorrer tres noches de distancia hacia el sur de la frontera en Arizona. Lo que les ocurrirá durante el viaje no lo olvidarán nunca, poniendo al límite su instinto de supervivencia. En esa diligencia viaja Jonh Rusell, Hombre, un anglomexicano, que ha pasado toda su infancia con los indios apaches, aprendiendo todo de ellos. Todos los viajeros agradecerán al terminar su aventura que Hombre decidiera montarse en ella aquel día soleado en Sweetmary.

Es un hombre callado, de respuestas lacónicas, cruel por fuera, profundamente justo y abnegado en su interior. Un hombre que tendría justificación para tener todos los prejuicios que quisiese, sin embargo, no tiene ninguno. Extremadamente severo en sus comportamientos y sus declaraciones, sin jamás importarle lo que el resto piense de el. Lo que lejos de hacerlo un desalmado, lo hace justo, de hondas convicciones, estoico y tremendamente inteligente para sacar adelante lo que muy en su interior cree que es correcto y bueno. Sin alardes. Sin postureos. Todo él destila autenticidad, seguridad, abnegación y tenacidad. Exactamente lo que es para mi este y muchos otros westerns, relatos como excusa para mostrar y honrar las mas hondas virtudes del alma humana. Larga vida al western.