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Para la mayoría de los científicos (en particular para Físicos como yo) el nombre de Baruch Spinoza, aparte naturalmente de recordarnos a un connotado filósofo (cuyas ideas, sin embargo, difícilmente podríamos precisar), esta asociado con un personaje muy concreto: Albert Einstein.

Cualquiera que se precie de conocer mínimamente la vida de Einstein (que se han encargado de repetirnos por todos los medios, desde la literatura divulgativa hasta la televisión) recordará que el genio de la relatividad general sostenía la creencia en la existencia de una "entidad" inmanente al Universo, "El Viejo" (como lo llamo en una famosa cita) o simplemente "el dios de Spinoza" como el mismo lo describía cuando se le preguntaba directamente por sus creencias religiosas.

Para mí, el dios de Spinoza no había pasado de ser eso, una mera referencia en los escritos no científicos de Einstein; y Spinoza, simplemente, el filósofo que la había concebido.

Fue precisamente la curiosidad por ampliar esta reducida visión del filósofo lo que me llevo a adquirir y leer este libro.

Su título me sonó sospechoso desde el principio: "El milagro de Spinoza: una filosofía para iluminar nuestra vida". La palabra "milagro" no tiene la mejor connotación para los científicos y la idea de "iluminar la vida" se me antojaba simplemente como un truco publicitario para vender el libro y la filosofía de Spinoza como si se tratará de autoayuda.

El riesgo valió sin embargo la pena (con algunas salvedades que mencionaré mas adelante).

En apenas 150 páginas (lo que lo convierte en un libro para leer de una sentada y que recomiendo a cualquier físico que conozca la cita de Einstein que mencioné antes) el filósofo e historiador de las religiones Frederick Renoir consigue ofrecernos una biografía humana e intelectual de uno de los más brillantes filósofos de la historia.

A pesar de morir a la edad en la que la mayoría de los filósofos reconocidos alcanzaron el pico de su productividad, Spinoza consiguió crear algunas de las más increíbles (tanto por sus admiradores, como para sus opositores) obras filosóficas de las que tengamos noticias.

Para acabar de ajustar, en sus obras y a través de sus cartas y los relatos que nos dejaron sus biógrafos, Spinoza consiguió "inaugurar" (¿o redescubrir?) una filosofía de vida dedicada a la búsqueda de la "beatitud racional", una especie de "nirvana intelectual" o de "felicidad sin límites" (según el mismo autor), un estado de armonía intelectual con el "mundo" (con el dios de Spinoza) que motiva justamente la sospechosa frase en el título de "iluminar nuestras vidas".

El texto esta muy bien escrito y se deja leer con facilidad. Logra el cometido muy difícil de traducir en un lenguaje llano y entendible para quienes no somos filósofos, algunas de las ideas centrales de la teología, la política y la ética (especialmente la ética) de Spinoza.

Adivino, en mí todavía amplia ignorancia sobre la obra de Spinoza, que lo que encontramos en el libro es apenas la "punta del Iceberg" pero intuyo que es la mejor introducción que un lego puede recibir para aproximarse a esta increíble obra filosófica.

La debilidad del libro (y la razón por la que no le doy la máxima calificación) estriba en que en ocasiones se deja entrever y a veces es simplemente evidente, el sesgo filosófico (y teológico) del autor, lo que le resta la objetividad que esperaría de un biógrafo (aunque no creo que fuera su propósito escribir una biografía) o de un divulgador de la filosofía Spinoza. Para no arruinar la lectura, ni sesgarlos más de lo que este párrafo puede conseguir, dejo a ustedes que descubran a qué me refiero leyendo el texto complemento.

De nuevo, reconociendo que 150 páginas sobre Spinoza es simplemente muy poco para conocer siquiera superficialmente la obra del filósofo flamenco, siento, después de leer este libro, que empecé a entender por fin a aquel "dios de Spinoza" del que habla Einstein; me acerque un poco a la admiración que seguramente despertó en él la obra del filósofo, como creo la ha despertado en la mayoría de los grandes personajes de ciencia que la han leído.

He sido tocado por Spinoza y creo que empezaré a leer más de su obra. Aunque soy un "ateo" convencido y pienso que lo único que Spinoza hizo fue ponerle nombre a aspectos de la naturaleza para los que hoy tenemos nombres muy concretos, no hay duda que la filosofía que desarrollo alrededor de su "dios inmanente" es maravillosa y tiene el potencial de transformar la vida de muchas personas (como posiblemente lo hizo en el caso de Einstein).

Un último comentario: leyendo el libro y por primera vez en mi vida, que ha estado marcada desde muy temprano por una rebeldía visceral hacia todo lo religioso (que todavía sostengo con convencimiento) me ha entrado una curiosidad intelectual por conocer mejor la Biblia y toda la historia que rodeo la preparación de los escritos que en ella se compilan. La razón es simple: la visión de Baruch Spinoza de ese "librito", es lo más cercano que leído a la que creería es la visión de la ciencia sobre cualquier obra literaria de la antigüedad.

Con este libro descubrí a Spinoza y tal vez a la Biblia misma (ya compré una copia académica del libro para leerlo).