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Las intermitencias de la muerte
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“Nuestra salvación es la muerte, pero no esta." Franz Kafka
Debo reconocer que ciertos escritores merecen el Premio Nobel que ganaron precisamente por cada palabra que escribieron, y este es el caso de José Saramago.
Me alcanzó con leer sólo dos de sus novelas, y más allá de su peculiar estilo narrativo, sin guionar o al menos encomillar los diálogos que hacen que uno se agobie un poco con la lectura del texto que tiene enfrente, difieren de cualquier otro autor.
Dejado este detalle aparte, lo que más puedo resaltar de Saramago es su originalidad inigualable a la hora de elegir la temática o el argumento de sus novelas. Que todo el mundo se quede ciego con la excepción de una sola mujer, que un hombre que trabaja en un registro de las personas se obsesione con una en común o como en este caso suceda que en un paÃs la muerte deje de ejercer su histórico permitiendo que la gente siga viva es realmente de destacar.
Celebro la inventiva y la genialidad de Saramago y con cada novela que leo lo voy admirando cada vez con más fuerza.
Ya en "Las intermitencias de la muerte" nos encontramos desde el principio con la noticia de que los que tenÃan que dejar este mundo no lo hicieron. Todo quedó en suspenso y la muerte se tomó vacaciones, desaparición o vaya uno a saber qué le pasó por la cabeza (y la de su guadaña), pero el hecho es que realmente la gente ahora no se muere.
Al principio todo parece genial. Imaginemos esto solo por un momento, especialmente aquellos (como yo) que le tienen cierto temor a la muerte y les gustarÃa vivir más años que Matusalén. Suena genial, ¿no? Bueno... parece que no lo es tanto.
Lentamente y con el correr de las páginas, el autor comienza a mostrarnos que no todo es color de rosa, que surgen problemas inesperados, que los que quieren morirse no pueden y los que no quieren morirse y viven en los paÃses limÃtrofes quieren meterse ilegalmente para no morir y vivir por siempre.
Hay un desconcierto generalizado y una falsa alegrÃa que terminará enfrentando a la población de alguna manera. El supuesto beneficio de "no morir" que la muerte le otorga a los ciudadanos de este paÃs me hizo recordar a la novela "El hombre invisible" de H. G. Wells puntualmente porque esa otra novela Wells nos cuenta que no es tan divertido ser invisible: el personaje de Griffin es invisible, pero está desnudo, sufre frÃo, tiene hambre porque si come todos verán el alimento en el aire, no puede dormir porque sus párpados son invisibles, todo el mundo lo choca, no lo ve, no puede caminar más porque sus pies están lastimados y muchas otras circunstancias inesperadas se cruzan en su camino.
Lo que sucede aquà tampoco es un don o un privilegio. En cierto modo termina transformándose en un castigo.
Todo, especialmente a nivel institucional queda al borde del colapso. (view spoiler)
El resultado es un final abierto de una originalidad que a pocos se les ocurrirÃa. La novela termina fantásticamente, entonces yo cierro el libro, me pongo de pie y aplaudo a José Saramago.
Julio Cortázar decÃa que no hay buena o mala literatura, sino temas bien o mal tratados en la literatura.
En el caso de esta novela, "Las intermitencias de la muerte", Saramago toma un tema tan trascendental para el ser humano como es el de la muerte o como lo son también el amor, Dios o la vida y lo convierte en una novela casi perfecta.
Debo reconocer que ciertos escritores merecen el Premio Nobel que ganaron precisamente por cada palabra que escribieron, y este es el caso de José Saramago.
Me alcanzó con leer sólo dos de sus novelas, y más allá de su peculiar estilo narrativo, sin guionar o al menos encomillar los diálogos que hacen que uno se agobie un poco con la lectura del texto que tiene enfrente, difieren de cualquier otro autor.
Dejado este detalle aparte, lo que más puedo resaltar de Saramago es su originalidad inigualable a la hora de elegir la temática o el argumento de sus novelas. Que todo el mundo se quede ciego con la excepción de una sola mujer, que un hombre que trabaja en un registro de las personas se obsesione con una en común o como en este caso suceda que en un paÃs la muerte deje de ejercer su histórico permitiendo que la gente siga viva es realmente de destacar.
Celebro la inventiva y la genialidad de Saramago y con cada novela que leo lo voy admirando cada vez con más fuerza.
Ya en "Las intermitencias de la muerte" nos encontramos desde el principio con la noticia de que los que tenÃan que dejar este mundo no lo hicieron. Todo quedó en suspenso y la muerte se tomó vacaciones, desaparición o vaya uno a saber qué le pasó por la cabeza (y la de su guadaña), pero el hecho es que realmente la gente ahora no se muere.
Al principio todo parece genial. Imaginemos esto solo por un momento, especialmente aquellos (como yo) que le tienen cierto temor a la muerte y les gustarÃa vivir más años que Matusalén. Suena genial, ¿no? Bueno... parece que no lo es tanto.
Lentamente y con el correr de las páginas, el autor comienza a mostrarnos que no todo es color de rosa, que surgen problemas inesperados, que los que quieren morirse no pueden y los que no quieren morirse y viven en los paÃses limÃtrofes quieren meterse ilegalmente para no morir y vivir por siempre.
Hay un desconcierto generalizado y una falsa alegrÃa que terminará enfrentando a la población de alguna manera. El supuesto beneficio de "no morir" que la muerte le otorga a los ciudadanos de este paÃs me hizo recordar a la novela "El hombre invisible" de H. G. Wells puntualmente porque esa otra novela Wells nos cuenta que no es tan divertido ser invisible: el personaje de Griffin es invisible, pero está desnudo, sufre frÃo, tiene hambre porque si come todos verán el alimento en el aire, no puede dormir porque sus párpados son invisibles, todo el mundo lo choca, no lo ve, no puede caminar más porque sus pies están lastimados y muchas otras circunstancias inesperadas se cruzan en su camino.
Lo que sucede aquà tampoco es un don o un privilegio. En cierto modo termina transformándose en un castigo.
Todo, especialmente a nivel institucional queda al borde del colapso. (view spoiler)
El resultado es un final abierto de una originalidad que a pocos se les ocurrirÃa. La novela termina fantásticamente, entonces yo cierro el libro, me pongo de pie y aplaudo a José Saramago.
Julio Cortázar decÃa que no hay buena o mala literatura, sino temas bien o mal tratados en la literatura.
En el caso de esta novela, "Las intermitencias de la muerte", Saramago toma un tema tan trascendental para el ser humano como es el de la muerte o como lo son también el amor, Dios o la vida y lo convierte en una novela casi perfecta.
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Las intermitencias de la muerte.
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Marisol
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Nov 22, 2023 08:53PM

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