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Precedida por el hype de ‘fenómeno literario�, joven escritora revelación, etc. todas mis alarmas se dispararon con la advertencia: marketing editorial hard. Si a eso le sumas que no me suele gustar el género romántico y el resumen del argumento era una tortuosa historia de amor entre dos jóvenes, tenía todos los números para no ser de mi agrado, más diré, que antes de empezar ya le había puesto una estrella.

Y sin embargo� durante la lectura he estado fantaseando con las cinco estrellas, al final 4,5, ¿Cómo se explica?

En primer lugar, el argumento. Me he identificado totalmente con el comentario de Connell, el protagonista, que está leyendo Emma de Jane Austen:

No parece muy serio intelectualmente preocuparse de con quién se casan o dejan de casarse unos personajes de ficción. Pero así es: la literatura lo conmueve. Uno de sus profesores lo define como “el placer de ser tocado por el gran arte�.

Y sí, la buena literatura puede hacer que nos apasionemos por una historia que a priori no nos resulta interesante, y en mi caso, Sally Rooney lo consigue � es más, es consciente del esfuerzo que tiene que hacer como escritora para lograrlo.

Pero ese esfuerzo no necesariamente implica un lenguaje recargado o un estilo alambicado � precisamente una clave del éxito de la novela es la facilidad con que se lee, la claridad con que está expuesta, los saltos temporales que no nos confunden. No exige un esfuerzo lector, pero el que quiera hacerlo, puede descubrir capas y niveles de significado que están ahí, como pequeños hallazgos � sin pretensión ninguna.

Creo que todo esto queda de manifiesto en la elección del título. Gente Normal no puede ser un título más transparente y simple, y sin embargo abarca todo el drama y la lucha que se desarrolla a través de la relación entre Marianne y Connell.

Son jóvenes que luchan por encajar en la sociedad: primero en el instituto, después en el ambiente universitario y la vida laboral. También hacer aceptable su relación � no basta con su amor y compresión mutua, tienen que ser aceptados por su entorno. De esta lucha nace todo el drama que se desarrolla de una manera callada, pero con mucho sufrimiento, el que nos causa y causamos en razón de la vida en sociedad.

Solo quería ser normal, esconder las partes de sí mismo que le resultaban vergonzosas o confusas.

Nada le había importado más a Rob que la aprobación de los demás; estar bien considerado, ser una persona de nivel. Habría traicionado cualquier confianza, cualquier gentileza por la promesa de aceptación social. Connell no era quién para juzgarlo. Él también había sido así, o peor.

La creación de atmósferas es adecuada, tanto del pequeño pueblo como del ambiente universitario del Trinity College de Dublín con sus diferentes parámetros de socialización y éxito.

Los personajes, especialmente Marianne y Connell, son conmovedores y me ha sido fácil empatizar con ellos y seguir con interés su relación.

Finalmente, he encontrado algunos comentarios muy interesantes sobre los círculos intelectuales y la literatura:

Era cultura como representación de clase, literatura fetichizada por su capacidad de transportar a la gente cultivada a viajes emocionales falsos que luego les permitían sentirse superiores a la gente inculta acerca de cuyos viajes emocionales les gustaba leer.

Lucidez absoluta