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Con esta 4ta entrega, conocemos un poco más acerca de Bishamonten, ese dios que tiene tantas shinkis que apenas y puede mantenerse sana.

En los volúmenes anteriores, vimos a Bisha como el dios justiciero que es, pero aun cuando posee un aura intensa, dispuesta a pelear, este dios es sumamente amable y salva a tantas almas como puede, haciéndolas parte de su gran familia de shinkis.

Sin embargo, esto es un arma de doble filo: sabemos que la relación de un dios y su shinki es importante, y al tener tantos bajo su cuidado, los sentimientos impuros de las almas están corrompiendo su cuerpo y dejándola medio enferma. A causa de ello, Nora junto con el médico (y shinki) de Bisha, planean desaparecer a otras almas.

Por otra parte, Yuki ya dejó de ser un niño malcriado y ahora trabaja arduamente para pagar sus deudas. Su actitud cambia muchísimo después del ritual de purificación, por tanto, su sintonía con Yato ha mejorado.

Pese a ello, surge otra cuestión importante: Hiroyi, al no ser un espíritu como tal, puede que algún día se olvide de Yato y de Yuki, pero si sigue permaneciendo a su lado, quizá no viva como una chica común y corriente, así que, ¿qué deberían hacer?

En fin, que este volumen me ha sacado unas cuantas lágrimas porque Bisha se está convirtiendo en mis personajes favoritos, al igual que Yato. Me encanta la interacción que tienen con Kofuku y los otros dioses.

En definitiva, este shonen es excelente pues a veces te hace reír, llorar y claro, que las escenas de acción son excelentes. ¡El dibujo ni se diga, es maravilloso!

Este volumen contiene los capítulos 12 � 15.

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