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Es un relato muy breve, pero me ha gustado mucho reencontrarme con Willa Cather y reconocerla en esa forma de narrar distante que nos da todos los factores a analizar sin adelantarnos nada de sus conclusiones. En este caso seguimos a Paul, un joven estudiante que ha sido expulsado del instituto y que decide perseguir su sueño, alimentado por el teatro, de vivir a lo grande...

Seguir a Paul en el Nueva York de principios del siglo XX, me ha recordado a Holden Caulfield y a otros tantos rebeldes sin causa, inconformistas con sueños imposibles que deben compaginar sus aspiraciones artísticas con el materialismo más egoísta. Tienen sus diferencias, principalmente el estatus social de ambos, pero esta historia me ha hecho pensar mucho en el protagonista de El guardián entre el centeno, y en cómo podría haber terminado esa otra historia. También me ha resultado curioso que toque temas parecidos a los de El hermano Jacob, que leí también este año.

En fin, a mí me ha sorprendido (no miréis muchas reseñas porque está todo minado de spoilers) y creo que es una buena forma de acercarse a la autora. Breve, directa, concisa, nos expone el caso de Paul como si ella misma fuera una de sus profesoras. Y de hecho, por lo visto, se basó en uno de sus alumnos para escribirla.