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¡Qué portada! Es difícil no sentirse atraído por la colorida seta que en ella aparece, la auténtica protagonista de la imagen. Sin embargo, ésta no se deja ver hasta los momentos finales del cómic. Es aquí, en las últimas páginas de la historia, cuando más interesante se torna la trama. La caída de un meteorito —o aerolito, como se tradujo en el cómic—lleva a Tintín al Océano Ártico en su busca.
La estrella misteriosa no es de las historias más queridas por el público aficionado al mítico personaje de ������é, pero visualmente a mí me ha parecido muy bella. Las escenas de las exploraciones de Tintín a bordo del hidroavión son preciosas, así como las que tienen lugar sobre el pedrusco procedente del espacio. Además, he notado una mejoría en la definición de la trama que estoy convencido que empezará a ser la regla predominante para el resto de álbumes. La confrontación entre el abstemio Tintín y el alcohólico Haddock da mucho juego. Milú, por su parte, vuelve a cobrar un protagonismo necesario.
Lo mejor de Tintín es que te garantiza que, cuando abras uno de sus cómics, sonreirás en menos de un minuto de su lectura.