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La música de los vampiros es un libro crudo, crudísimo, no apto para personas sensibles. De hecho, puede que ni siquiera hayan nombrar a su autora; debido a sus temas recurrentes es bastante desconocida y queda relegada a cierto grupo de personas interesadas.

Lo he dicho, y lo repito: este libro no es apto para personas sensibles, no muchos la pueden disfrutar (y hablamos sólo de disfrutar, ya no de entender). Su obra está llena de muertes, de violaciones de destrucción. De mucha muerte.

Sus personajes son personajes marginales, solitarios. Desde vampiros hasta músicos.

El libro poco tiene que ver con los vampiros convencionales, como Carmilla, o Drácula. Poppy Z. Brite nos presenta a los vampiros como una raza diferente, separada de los humanos que puede, a veces, mezclarse y crear híbridos, como Nada. No podemos esperar encontrar vampiros sentimentalistas, como los creados por Anne Rice. No, los vampiros creados por Poppy Z. Brite son vampiros crueles, sexys y salvajes. Caminan del día y disfrutan del rock y del alcohol, de la buena vida.

Entre los personajes principales protagonizan una serie de encuentros y desencuentros que en su mayoría van marcados por la sangre. La mayoría de las circunstancias son oscuras y trágicas�

No es un libro que cualquier paladar disfrute, por supuesto. Hay sangre, y hay sexo, y hay vampiros sexys, y escenas muy crudas. Aun así, un cierto tono sentimental siempre está presente, todos los personajes tienen personalidad, tienen razón de ser; sus actos siempre están plenamente justificados, aunque no siempre sean los esperados.

No esperen encontrar clichés. No los hay. La música de los Vampiros, de Poppy Z. Brite, es, ante todo, una novela oscura, y gótica y no dudo que quienes disfruten de ese género, disfrutarán de esta historia.