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Es muy difícil encajar este libro en el género de la novela. Podríamos decir que es filosofía novelada, pero incluso así carecería de muchas de las partes que presenta una novela. Su lectura no resulta fácil, pues encarna la complejidad de un ser mucho más avanzado cuya inteligencia nos resulta lejana, y el lenguaje que presenta el autor hace eco de esa lejanía. Pero más allá de la complejidad de la escritura, el tema, sobre todo en estos tiempos, es realmente apasionante. La inteligencia artificial ha venido para quedarse, actualmente está avanzando a pasos de gigante y la perspectiva que presenta Stanislaw Lem resulta sorprendente, sobre todo teniendo en cuenta la edad de este libro.
Meterse en la mente de una máquina tremendamente avanzada, teorizar sobre sus pensamientos, reflejarlos en una serie de argumentos de una profundidad agotadora por momentos, me parece una proeza total del autor. Es increíble la capacidad que muestra para desarrollar todo este constructo y que funcione con la mayor credibilidad. Sólo alguien como Lem podría conseguir algo así.
No es un libro fácil ni para leer en cualquier momento. Requiere concentración, análisis, reflexión y reconozco que no me encontraba en el mejor momento para leer algo así. Algunas veces he desconectado, otras veces me he enfangado en el hilo expositivo, pero otras me he maravillado con las conclusiones y con el sorprendente giro que da la novela, algo que no pienso desvelar pero que es recurrente en toda la obra del autor. Somos demasiado antropocéntricos, vemos en todo un reflejo de nuestra naturaleza, y Lem sabe mostrarnos este defecto con absoluta elegancia.
Me parece un libro profundo y necesario si te gusta la ciencia ficción. Si además eres seguidor de Stanislaw Lem, es un libro absolutamente imprescindible. No es un libro que se disfrute al máximo en su totalidad, pero es un libro que desarrolla al máximo la capacidad del autor y que también exige el máximo al lector. Un reto que merece la pena afrontar.