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Lo que m谩s me gusta de Kafka es las ganas que me hace venir de escribir. Pocos escritores lo consiguen. No se trata de que escriban bien. Nabokov y Dostoievski, otros de mis dos escritores favoritos, no me hacen venir ni el m谩s d茅bil deseo de escribir: todo lo contrario, me apabullan con su perfecci贸n y me convencen de que no vale la pena intentarlo. Pero no es que Kafka escriba mal. Por supuesto. Es por lo que cuenta y por la intensidad con la que lo hace.

Todo lo que cuenta Kafka me lo siento terriblemente cercano y esta sensaci贸n inevitablemente se agudiza con escritos personales como estas 'Cartas a Felice'. Adoro a Kafka porque sus escritos est谩n profundamente ligados con su vida y su personalidad. Cu谩ntos m谩s textos personales suyos lees, m谩s disfrutas de su ficci贸n, m谩s la comprendes, m谩s te fascina. En Kafka no se puede separar vida y obra.

En las cartas a Felice Franz se presenta como un hombre que quiere salvarse, ya sea a trav茅s del matrimonio con Felice o a trav茅s de la escritura. La mayor铆a de veces Franz se da cuenta de que una cosa excluye la otra, pero a煤n as铆 parece que para 茅l es imposible renunciar a ninguna de ellas. Muchas veces se tiene la imagen de Kafka como alguien aislado de la sociedad, que no quer铆a participar para nada en ella, porque la aborrec铆a, pero esto no es ni remotamente cierto. Probablemente a una parte de 茅l nada le hubiera gustado m谩s que poder llevar una perfecta vida burguesa, con una perfecta mujer burguesa como Felice, pero no pod铆a porque la intensidad con la que sent铆a la escritura se lo imped铆a. Pocos escritores hay que se tomen tan en serio lo de escribir como Kafka. Y su necesidad de escribir te contagia. Nunca es pasi贸n por escribir. S贸lo una necesidad que causa quebraderos de cabeza y dolor.