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Es un libro muy doloroso y triste. Aquí la autora no se anda con remilgos al presentar la paranoia y el estrés que genera a una persona vivir una experiencia como la de Amelia y el resto de los supervivientes de El Amante. Nada de unos cuantos sollozos por lo perdido, sino que acompañamos a Amelia durmiendo todas las noches con una manta en una esquina de su ducha para sentirse protegida.

Por otra parte nos muestran la colonia humana en la luna Yaspur, que no es el paraíso tropical que nos prometieron. Es una zona llena de "mosquitos", con un calor húmedo casi insoportable, con lluvias torrenciales y sus respectivas tormentas eléctricas, que sólo hace que la mayoría de las veces los caminos sean intransitables por el barro.

Y en este entorno tan hostil, se van gestando los sentimientos de Amelia y Ezraji. Al principio me costó entender lo que le pasaba a Ezraji, ya que su naturaleza en torno a las relaciones es completamente distinta. Pertenece a una raza donde enamorarse es una adicción, sí, tal cual, con períodos de abstinencia y todo eso. Si a eso le sumamos motivos ocultos para que él y sus compañeros estén en la colonia humana.... ya, nada más, léanla, es una muy buena novela.