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La historia la escriben los vencedores, es un tópico pero no por eso deja de ser una verdad. En El Incendio, se cuenta la guerra de bombardeos que los aliados (fundamentalmente EE.UU. y el Reino Unido) libraron contra la Alemania de Hitler entre 1940 y 1945, pero desde el punto de vista de los civiles alemanes que la sufrieron. Es una historia triste, épica y desgarradora, que merece figurar en los anales más negros de la historia. En cada página del libro flota la misma pregunta, una y otra vez: ¿era necesario? ¿Realmente hacía falta matar a seiscientas mil personas no combatientes? Del relato se desprende una respuesta: en cualquier otra circunstancia lo sucedido con los civiles alemanes entraría dentro de la categoría de crímenes contra la humanidad.

La sucesión de cifras de muertos en cada bombardeo, la explicación con todo lujo de detalles de las tormentas de fuego de Hamburgo o Pforzheim, el minucioso censo del inmenso patrimonio histórico alemán reducido a cascotes o la vida cotidiana en los refugios y los búnkers donde la población civil se refugiaba son algunos de los hilos conductores de este libro que fue polémico desde su misma publicación por el tono de reproche con el que se trata a los aliados.

Lo peor del libro, la traducción. Atroz, descuidada, plagada de errores de bulto, simplemente intolerable en una editorial de primera línea.