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Patria
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“Bittori, Bittori.
Aquella voz sonaba demasiado cerca como para seguir fingiendo que no la oía.
-¿Te has enterado? Dicen que lo dejan, que ya no van a atentar más�
Algunos párrafos después:
“Para dar saltos de júbilo, ella habría necesitado otra clase de estímulo. ¿Por ejemplo? Ay, yo qué sé. Que inventaran una máquina de resucitar a los muertos y me devolvieran a mi marido�
Más o menos así comienza “Patria�, la novela de Fernando Aramburu merecedora del Premio Nacional de Narrativa, y, sí, en mi opinión, una de las mejores novelas en narrativa castellana de la última década.
Durísimo y amargo relato que intenta reflejar la realidad de la sociedad vasca a través de dos familias separadas por un conflicto que ha dejado muertos y miseria a su paso, y heridas que nunca jamás podrán sanar.
Por una parte, tenemos a Bittori, esposa de Txato, empresario asesinado por ETA. Y por otro lado tenemos a Miren, cuyo hijo Joxe Mari está en la prisión del Puerto de Santa María I, módulo 3, por su pertenencia a la banda armada, o, en boca de Miren, por ser un “gudari�, un luchador por Euskal Herria. La organización terrorista acaba de anunciar el alto el fuego definitivo, pero ellas no están dispuestas a olvidar su lucha particular, sus odios y rencillas, por mor de una reconciliación en la que no creen. Digan lo que digan sus hijos y allegados, ellas aún tienen cuentas pendientes.
¿Y la familia? Pues ahí tenemos también las historias paralelas de Joxian, el marido de Miren, más bueno que el pan, pero sin los arrestos necesarios para enfrentarse a su mujer, que lo lleva por el camino de la amargura, ni al ambiente hostil que lo conduce a renegar de su mejor amigo, al que perderá para siempre. De Gorka y Arantxa, hermanos del etarra Joxe Mari, cada uno con su lastre. De Joxe Mari, con sus recuerdos anteriores y posteriores al asesinato del Txato, y, tras su arresto, su peregrinaje de cárcel en cárcel, por lo de la dispersión de etarras, mientras en su pueblo no paran de rendirle homenajes. Y en el “bando contrario�, sabremos de las vidas de Nerea y de Xabier, los hijos de la víctima. Cada uno afrontando la dura realidad a su manera, viviendo, pero sin vivir. Y tenemos al Txato, marido de Bittori y víctima de los terroristas (“¡Más vasco que todos ellos juntos!�). La organización lo está extorsionando, y él quiere pagar, pero no puede, no es tan rico como la gente piensa. ¿Trasladar la empresa fuera? ¿Irse a vivir a Donostia? Lo está considerando, pero como es cabezota (concho, es vasco, pues), piensa que todo es un malentendido y que sus vecinos, que han dejado de saludarle de un día para otro, entrarán en razón. Pero no. Y no olvidemos a Don Serapio, el cura del pueblo, que gobierna almas y cuerpos, o lo intenta. Ese metete.
¿Qué destacaría de esta absolutamente maravillosa obra maestra? Pues prácticamente todo, desde la ambientación en un pueblo profundo del país vasco, donde los que odian se envalentonan (tienen las armas), y los que no odian no se atreven a alzar la voz (les va la vida en ello), hasta la profundidad de unos personajes que haces tuyos desde el primer capítulo. Tanto los “buenos� como los “malos�. Y no paso por alto el estilo tan peculiar de la narrativa de Aramburu, que creo que algunos (pocos) lectores no han sabido interpretar. Para mí, es justo el estilo que le hace falta a este tipo de relatos: directo, familiar, desordenado (pero no deslavazado), tan vasco como sus personajes y sus hablas. Tanto Miren como Bittori (“tan amigas que fueron�) están perfectamente descritas, yo, al menos, me he metido en la piel de cada una de ellas, y las he comprendido. Son personajes de carne y hueso, imperfectas, resabiadas, abnegadas vertebradoras de una historia que, sin ellas, no se podría contar.
Si el autor ha sabido o no mantener la equidistancia entre las dos posturas, las dos visiones de un conjunto, eso lo decidirá cada lector, según tal o cual punto de vista. En mi opinión, al menos lo intenta, lo que le da más merito al esfuerzo de poner palabra sobre palabra el resultado de un drama colectivo que es la suma de muchos dramas individuales. Un drama que nos ha afectado a todos los españoles a lo largo de la historia reciente de este puñetero país, y que, por desgracia, tendemos a olvidar con demasiada facilidad.
Aquella voz sonaba demasiado cerca como para seguir fingiendo que no la oía.
-¿Te has enterado? Dicen que lo dejan, que ya no van a atentar más�
Algunos párrafos después:
“Para dar saltos de júbilo, ella habría necesitado otra clase de estímulo. ¿Por ejemplo? Ay, yo qué sé. Que inventaran una máquina de resucitar a los muertos y me devolvieran a mi marido�
Más o menos así comienza “Patria�, la novela de Fernando Aramburu merecedora del Premio Nacional de Narrativa, y, sí, en mi opinión, una de las mejores novelas en narrativa castellana de la última década.
Durísimo y amargo relato que intenta reflejar la realidad de la sociedad vasca a través de dos familias separadas por un conflicto que ha dejado muertos y miseria a su paso, y heridas que nunca jamás podrán sanar.
Por una parte, tenemos a Bittori, esposa de Txato, empresario asesinado por ETA. Y por otro lado tenemos a Miren, cuyo hijo Joxe Mari está en la prisión del Puerto de Santa María I, módulo 3, por su pertenencia a la banda armada, o, en boca de Miren, por ser un “gudari�, un luchador por Euskal Herria. La organización terrorista acaba de anunciar el alto el fuego definitivo, pero ellas no están dispuestas a olvidar su lucha particular, sus odios y rencillas, por mor de una reconciliación en la que no creen. Digan lo que digan sus hijos y allegados, ellas aún tienen cuentas pendientes.
¿Y la familia? Pues ahí tenemos también las historias paralelas de Joxian, el marido de Miren, más bueno que el pan, pero sin los arrestos necesarios para enfrentarse a su mujer, que lo lleva por el camino de la amargura, ni al ambiente hostil que lo conduce a renegar de su mejor amigo, al que perderá para siempre. De Gorka y Arantxa, hermanos del etarra Joxe Mari, cada uno con su lastre. De Joxe Mari, con sus recuerdos anteriores y posteriores al asesinato del Txato, y, tras su arresto, su peregrinaje de cárcel en cárcel, por lo de la dispersión de etarras, mientras en su pueblo no paran de rendirle homenajes. Y en el “bando contrario�, sabremos de las vidas de Nerea y de Xabier, los hijos de la víctima. Cada uno afrontando la dura realidad a su manera, viviendo, pero sin vivir. Y tenemos al Txato, marido de Bittori y víctima de los terroristas (“¡Más vasco que todos ellos juntos!�). La organización lo está extorsionando, y él quiere pagar, pero no puede, no es tan rico como la gente piensa. ¿Trasladar la empresa fuera? ¿Irse a vivir a Donostia? Lo está considerando, pero como es cabezota (concho, es vasco, pues), piensa que todo es un malentendido y que sus vecinos, que han dejado de saludarle de un día para otro, entrarán en razón. Pero no. Y no olvidemos a Don Serapio, el cura del pueblo, que gobierna almas y cuerpos, o lo intenta. Ese metete.
¿Qué destacaría de esta absolutamente maravillosa obra maestra? Pues prácticamente todo, desde la ambientación en un pueblo profundo del país vasco, donde los que odian se envalentonan (tienen las armas), y los que no odian no se atreven a alzar la voz (les va la vida en ello), hasta la profundidad de unos personajes que haces tuyos desde el primer capítulo. Tanto los “buenos� como los “malos�. Y no paso por alto el estilo tan peculiar de la narrativa de Aramburu, que creo que algunos (pocos) lectores no han sabido interpretar. Para mí, es justo el estilo que le hace falta a este tipo de relatos: directo, familiar, desordenado (pero no deslavazado), tan vasco como sus personajes y sus hablas. Tanto Miren como Bittori (“tan amigas que fueron�) están perfectamente descritas, yo, al menos, me he metido en la piel de cada una de ellas, y las he comprendido. Son personajes de carne y hueso, imperfectas, resabiadas, abnegadas vertebradoras de una historia que, sin ellas, no se podría contar.
Si el autor ha sabido o no mantener la equidistancia entre las dos posturas, las dos visiones de un conjunto, eso lo decidirá cada lector, según tal o cual punto de vista. En mi opinión, al menos lo intenta, lo que le da más merito al esfuerzo de poner palabra sobre palabra el resultado de un drama colectivo que es la suma de muchos dramas individuales. Un drama que nos ha afectado a todos los españoles a lo largo de la historia reciente de este puñetero país, y que, por desgracia, tendemos a olvidar con demasiada facilidad.
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Patria.
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ó
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Jan 22, 2020 02:51PM

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En este caso, honestamente no. Imagino (creo) a qué partes te refieres. Normalmente ese tipo de cosas (aditamientos) me suelen hacer rechinar los dientes o levantar las cejas, cosa que no me ha ocurrido en ningún momento de la novela. Es mi modesta opinión.
¡Un saludo, ó!

Un saludo !!

Me alegra de que coincidas con mi opinión. Para mí, una lectura trascendental.
Un saludo, Somormujo.

Algún día lo leeré, algún día.
Lo comento aquí xq se que tú no te vas a enfadar, pero lo acabo de leer en otra rew muy “comprensiva� con una de las partes y lo siento, ni perdón ni olvido. Ley.

Pero esta novela no toma partido por ninguno de los dos bandos. Se nota un esfuerzo de contar y narrar, intentando mantenerse al margen (lo cual ya sabemos que es imposible). Pero lo intenta. Y, como ejercicio de conocimiento y reflexión, me parece una novela imprescindible.
Así que sí, respeto a la ley, y, sobre todo, a la vida de cada persona, y a su derecho a expresar su opinión sin miedo a represalias ni, por supuesto, pistolas en la nuca.
Y sí, yo también viví un atentado de ETA en mi puesto de trabajo. Y no era ni policía ni guardia civil ni político. Fue en el hotel donde trabajaba, y la banda nos reventó dos habitaciones del mismo. Por fortuna (y mucha), sin desgracias personales. Pero hubo pánico. Mucho pánico.
Así que creo que ya te harás una idea de mi posición.
He dicho.
🙋♂�