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Me da igual que Auster empiece a jugar a las muñecas rusas en la página 3, me da igual que me recuerde a Travels in the Scriptorium, me da igual que sus personajes me recuerden a otros, me da igual que haya tanto escritor suelto en Nueva York, me da absolutamente igual todo, porque una vez más, Auster me engancha desde la primera página y no me deja ir. Y estoy tan a gusto dentro de su mundo... el otro día salía por esta página el tema de nuestros autores vivos favoritos: bien, yo me iría de copas con Nick Hornby, sin dudarlo. Me hubiera gustado tener un affaire adolescente con Baricco, de ésos medio platónicos, con vino, rosas y poemas. Me hubiera encantado que Benedetti fuera mi abuelo. Y tener de profesor a Camus, aunque no este vivo, hubiera sido lo máximo. Incluso me gustaría una charla con Palahniuk, aunque estaría toda ella sufriendo. Y Stephen King hubiera sido un compañero de juegos genial en la infancia y preadolescencia.
Pero para compartir mi vida adulta, quiero a Auster. Quiero su inteligencia sin pedantería, quiero sus historias dentro de historias, quiero su sinceridad sin afectación, quiero su tristeza y su infinita curiosidad... quiero compartir más cosas con él. Y por eso, aunque vivo en Barcelona y cada año por Sant Jordi podría ir a que mis autores favoritos me firmaran sus libros, nunca lo hecho. Y sin embargo, nada me impedirá estar en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona el 6 de Octubre para poder contemplar a Mr. Auster in person.