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Un amor
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Esta es una novela atrapante al extremo. No la puedes soltar una vez empezada. Tal como Tonino, el protagonista, no puede soltar a Laide, la joven bailarina y prostituta a quien contrató, supuestamente para una noche, y que no era la gran cosa... Había mejores... Claro... Todo lo demás es un espiral hacia el infierno, ni siquiera del deseo o del amor, sino de la obsesión enfermiza. Así, Tonino, un hombre cincuentón de éxito profesional pero absolutamente torpe e inexperto con las mujeres a las que ve inalcanzables, se enreda en un juego de poder y sometimiento, producto de la idiosincrasia y las profundas creencias que derivan en un comportamiento social determinado por los arquetipos básicos de la santa y la puta.
Tonino es una comprobación más del estereotipo masculino, quizás algo anacrónico visto con ojos contemporáneos, pero completamente pertinente y realista para los años sesenta del siglo XX, cuando estas formas sociales eran las imperantes. Las motivaciones profundas de un hombre que paga por sexo, que pueden derivar en muchos análisis, Tonino las explica desde un principio: no es ni siquiera el poder de decidir y manejar al otro, sino lo atractivo de la farsa en sí misma. Y en esa farsa cae por voluntad. Cree enamorarse perdidamente de Laide, sin ser correspondido, evidentemente, pero aunque eso no parecería amor si se observa su comportamiento de modo racional, precisamente eso es el amor. El entero concepto del amor se ha basado en esa necesidad enfermiza del otro, pero nadie parece haber querido aceptarlo y por eso se han inventado las constantes correcciones al amor (el amor no es posesión, el amor es confianza, libertad, etc.). Pero no, todos sabemos que ese concepto que intenta corregir el sentimiento anómalo del que surge el amor romántico; ese amor corregido, sobrio y reposado, racional y esquematizado, no es el amor que todos hemos conocido alguna vez.
Ese amor que durante siglos fue negado como causa para el matrimonio (ya que las uniones eran cuestiones de conveniencia y no de romance) y que recién en el siglo XX se lo establece como sostén de la institución matrimonial. Entonces, el soporte base de la sociedad, no podía ser un sentimiento febril y arrebatado (ese quedaba para la ficción romántica del siglo XIX y antes, la novela pastoril), ahora debía ser otra cosa. Y a esa época de "transformar el amor en otra cosa para que pueda ser sostenible dentro del matrimonio" llega Tonino, a enamorarse de una prostituta siguiendo una atávica tradición (ya retratada en novelas como Nana, de Émile Zolá o La dama de las camelias, de Alejandro Dumas), pues era durante siglos la única forma de amor posible para un hombre. En ese sentido Tonino hasta podría ser anacrónico, pues en los años sesenta ya empezaba a promulgarse el "amor libre", pero es que él justamente es el representante de las tan arraigadas creencias burguesas que se niegan a ser desplazadas. Solo al final veremos los hilos sociales que mueven su comportamiento de forma bastante didáctica y en la voz de otra prostituta (y eso quizás le resta puntos a la novela, pues cae en cierta obviedad).
Tonino cae ante el viejo truco de la mujer inalcanzable, el cual parece ser más realidad que mito. Como diría Pascal Quignard en Vida secreta: el amor solo puede existir si es imposible.
La lectura de esta novela me ha recordado a otras tantas que tratan desde otros puntos de vista el tema de la obsesión amorosa, como El túnel, de Sábato, Lolita, de Nabokov, Pura pasión, de Annie Ernaux, El amante, de Marguerite Duras; todas ellas tienen algo en común: la misma pulsión. Pero son entre ellas distintas, aunque su trama en cierto punto sea paralela, porque los caminos que recorre el arrebato pasional son los mismos. Quizás en esta novela se revele con mucho desparpajo y honestidad el origen del impulso masculino, con la característica de tener un marco sociocultural muy determinado, cosa que no se vió en las novelas que he citado (quizás sí en El amante). Creo que esa es la mayor cualidad de esta novela. Por lo demás, el personaje de Laide sigue siendo etéreo, como lo fueron durante siglos las mujeres en la ficción. La novela, aunque narrada en tercera persona, solo retrata el punto de vista de Antonino, entonces, salvo por los diálogos con gente que conoce a Laide, lo que sabemos de ella son solo las elucubraciones de él. Pero de eso justamente trata esta novela. Por momentos sumamente narrativa y por otros, bastante poética. Creo que la genialidad de Buzzati es la de replicar narrativamente la caída libre del protagonista y hacer una narración inmersiva, en la que el lector acompaña al protagonista (o vive al protagonista) hacia ese encuentro con el "amor". O con el amor sin comillas.
Sí, sí la recomiendo. Cómo no.
Tonino es una comprobación más del estereotipo masculino, quizás algo anacrónico visto con ojos contemporáneos, pero completamente pertinente y realista para los años sesenta del siglo XX, cuando estas formas sociales eran las imperantes. Las motivaciones profundas de un hombre que paga por sexo, que pueden derivar en muchos análisis, Tonino las explica desde un principio: no es ni siquiera el poder de decidir y manejar al otro, sino lo atractivo de la farsa en sí misma. Y en esa farsa cae por voluntad. Cree enamorarse perdidamente de Laide, sin ser correspondido, evidentemente, pero aunque eso no parecería amor si se observa su comportamiento de modo racional, precisamente eso es el amor. El entero concepto del amor se ha basado en esa necesidad enfermiza del otro, pero nadie parece haber querido aceptarlo y por eso se han inventado las constantes correcciones al amor (el amor no es posesión, el amor es confianza, libertad, etc.). Pero no, todos sabemos que ese concepto que intenta corregir el sentimiento anómalo del que surge el amor romántico; ese amor corregido, sobrio y reposado, racional y esquematizado, no es el amor que todos hemos conocido alguna vez.
Ese amor que durante siglos fue negado como causa para el matrimonio (ya que las uniones eran cuestiones de conveniencia y no de romance) y que recién en el siglo XX se lo establece como sostén de la institución matrimonial. Entonces, el soporte base de la sociedad, no podía ser un sentimiento febril y arrebatado (ese quedaba para la ficción romántica del siglo XIX y antes, la novela pastoril), ahora debía ser otra cosa. Y a esa época de "transformar el amor en otra cosa para que pueda ser sostenible dentro del matrimonio" llega Tonino, a enamorarse de una prostituta siguiendo una atávica tradición (ya retratada en novelas como Nana, de Émile Zolá o La dama de las camelias, de Alejandro Dumas), pues era durante siglos la única forma de amor posible para un hombre. En ese sentido Tonino hasta podría ser anacrónico, pues en los años sesenta ya empezaba a promulgarse el "amor libre", pero es que él justamente es el representante de las tan arraigadas creencias burguesas que se niegan a ser desplazadas. Solo al final veremos los hilos sociales que mueven su comportamiento de forma bastante didáctica y en la voz de otra prostituta (y eso quizás le resta puntos a la novela, pues cae en cierta obviedad).
Tonino cae ante el viejo truco de la mujer inalcanzable, el cual parece ser más realidad que mito. Como diría Pascal Quignard en Vida secreta: el amor solo puede existir si es imposible.
La lectura de esta novela me ha recordado a otras tantas que tratan desde otros puntos de vista el tema de la obsesión amorosa, como El túnel, de Sábato, Lolita, de Nabokov, Pura pasión, de Annie Ernaux, El amante, de Marguerite Duras; todas ellas tienen algo en común: la misma pulsión. Pero son entre ellas distintas, aunque su trama en cierto punto sea paralela, porque los caminos que recorre el arrebato pasional son los mismos. Quizás en esta novela se revele con mucho desparpajo y honestidad el origen del impulso masculino, con la característica de tener un marco sociocultural muy determinado, cosa que no se vió en las novelas que he citado (quizás sí en El amante). Creo que esa es la mayor cualidad de esta novela. Por lo demás, el personaje de Laide sigue siendo etéreo, como lo fueron durante siglos las mujeres en la ficción. La novela, aunque narrada en tercera persona, solo retrata el punto de vista de Antonino, entonces, salvo por los diálogos con gente que conoce a Laide, lo que sabemos de ella son solo las elucubraciones de él. Pero de eso justamente trata esta novela. Por momentos sumamente narrativa y por otros, bastante poética. Creo que la genialidad de Buzzati es la de replicar narrativamente la caída libre del protagonista y hacer una narración inmersiva, en la que el lector acompaña al protagonista (o vive al protagonista) hacia ese encuentro con el "amor". O con el amor sin comillas.
Sí, sí la recomiendo. Cómo no.
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March 29, 2023
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March 30, 2023
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Pedro
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Mar 30, 2023 07:30PM

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Gracias Pedro. Este libro me interesó porque trata temas que llevo un tiempo analizando y reflexionando. No sé si esté clasificando y dando por sentado algo, pero creo que hay una cierta matriz de arquetipos básicos que se repiten a lo largo de la historia de la humanidad, y también hay patrones de comportamiento, pero igualmente hay rupturas de paradigma que marcan épocas. Creo que el tema de la concepción y el concepto del amor, el amor romántico, la evolución de la base del matrimonio, su relación con el amor, y el rol de la prostitución en esta ecuación tiene justo que ver con todos esos arquetipos, patrones y paradigmas culturales. Un tema del que parece que se ha hablado mucho, pero a la vez, poco se ha comprendido.

A mi lo que más me fascinó fue la evolución de Antonio del típico hombre que paga y exige (encima celoso de una prostituta), hacia la verdadera cara del autor que creo se manifiesta al final del libro.
El personaje de Laide es mejor todavía, una niña, una luchadora a la que el lector le perdona todo (yo al menos sí, aunque hay quien la imagina mas ladina, a gusto de cada cual), partiendo de los condicionantes que imaginas ha debido llevar su vida, arrastrada y solo apreciada por su cuerpo joven.

Lo dicho, buena reseña.

Gracias Maral. A ver, es que creo que no me he explicado por completo. El concepto de amor que se ha perennizado en la psique humana y se ha plasmado durante siglos en la literatura y las artes es justamente ese que parte de una anomalía. Y de esa anomalía surge la obsesión y lo enfermizo, pero esto es una expresión de esa anomalía, no digo que eso sea el amor. Los sentimientos de arrebato, celos y pasión extrema siempre estuvieron relacionados con el amor hasta hace relativamente poco, que es cuando se empieza a cuestionar precismente esa anomalía como algo que no debería pertenecer al amor. Pero esa es una visión muy muy contemporánea. Sí tú le preguntabas a una persona del siglo XIX hacia atrás si eso era amor, te diría que sí. Lo que hoy se ha reconstruido como concepto del amor es eso que digo, un amor sobrio, racional y esquematizado, que es lo que hoy pensamos que es amor. Ha sido corregido ese concepto porque la pasión arrebatada era inviable para ser la base del matrimonio, como dije en mi análisis. Estos son fenómenos sociológicos casi automáticos. Si antes del siglo XX, cuando el amor no era la base del matrimonio, ese amor podía ser un sentimiento extremo pero marginal, reservado para la locura o para ser un amor imposible, y en el caso de los hombres, casi la única forma de que existiese era justamente que se desarrollara al margen, por fuera de la norma, es decir, con una prostituta. En esos tiempos, esos amores arrebatados eran considerados verdadero amor, hoy no. Basta leer Nana de Émile Zolá para entenderlo (esta novela está basada en la de Zolá, de hecho). Hoy para que el amor sea viable como base del matrimonio (que no fue así hasta bastante entrado el siglo XX) debe ser un amor reposado, racional, libre, etc. Pero si analizas toda la literatura del siglo XIX hacia atrás, eso nunca fue el amor, ese concepto es un invento nuevo. Lo que hoy vemos como enfermedad, fue siempre durante siglos el amor. Lo que pasa, y lo sostengo, es que actualmente queremos negar el origen anómalo del amor, y lo hemos.vuelto aséptico, porque es utilitario para mantener el orden social. Mientras el matrimonio estuvo basado en conveniencias, dinero, posición social, normas sociales, el deber ser, el amor que se desarrollaba al margen podía ser lo que sea, podía ser ese arrebato enfermizo, pero cuando ya se lo normó dentro del matrimonio, ahora ya no puede partir de la anomalía. Me explico?

A mi lo que más me fascinó fue la evolución de Antonio del típico hombre que paga..."
Es que estás viendo a Laide como la construye su amiga prostituta al final (no recuerdo su nombre). Pero esa también es una visión parcializada, ¿de qué voz podemos fiarnos, si cada voz habla por su conveniencia? Creo que este personaje es un reflejo de la Nana de Zolá (Buzzati nombra esta novela en el libro), eso me queda claro.

Perfectamente. Pero fíjate que yo he pensado que Buzzati ha escogido el título de la novela con ironía. Cuando lees ese penúltimo capitulo ya tienes una idea de los personajes, ¿te la cambia esa prostituta? Yo creo que no. Creo que simplemente puedes o no coincidir con lo que ella dice. Y el último capítulo es el karma 😎. No he leído Nana pero aprovecho para meterla en la lista, por si tenía pocas. 🙄


Es que tampoco sabemos a ciencia cierta si tuvo una infancia dura o no. Son elucubraciones todo lo que sabemos de ella, siempre a través de la mirada de otros. Y si tuvo una infancia dura, pues eso no resulta nada novedoso, la literatura del siglo XIX está llena de personajes similares (prostitutas justificadas por sus orígenes miserables), y creo que la idea no es justificar a una mujer que hace lo que hace porque ese es su trabajo. Me explico, Laide es una prostituta, ese es su trabajo. No es ni buena ni mala,es ambas cosas, no tiene que ser buena a fuerza de haber sufrido una mala niñez, ni justificadamente mala por ello. De hecho, el personaje está constituido bajo el estereotipo clásico de la prostituta, bastante retratado en la literatura. Lo que pasa es que lo que vemos aquí es la visión de una prostituta desde la mirada de un hombre, un hombre de su tiempo (años 60). Pero todo lo que dice acerca de las mujeres es una idiosincrasia que pervive aún a día de hoy. No creo que el autor esté tratando de justificar a Laide, para nada, simplemente está mostrando a los personajes como son.

Este libro, obvio que lo voy a leer, no sé cuándo, pero pasaré otra vez por sus reseñas. ¡Muy buena reseña, Ѳí!

Gracias Myriam. Lo mismo me pasó a mí, jaja tenía que leerlo. A su favor puedo decir que se lee muy rápido, y de forma arrebatada y enfermiza. Engancha mucho porque, al igual que el protagonista, quieres saber qué diablos pasa con Laide.

Como va a ser un tema novedoso la prostitución si ya Cervantes hablaba de ello en el Quijote?? (S.XVII) O Quevedo hacía un soneto de las putas.Todos los temas están gastados hace siglos, lo que los hace únicos es el matiz que le da el autor, el matiz esa es la clave. Te puedo asegurar que aquí Buzzati le da su toque personalismo. Cuando narra como canta las canciones populares Laide yendo en el coche...madre mía!

El amor creo que es un tema inagotable, primero porque es algo esencial en la vida de cualquiera, su presencia o su ausencia, y segundo porque hay tantas formas de sentirlo como personas. Creo que, en un cierto margen, no se puede decir esto es amor o esto no es amor.
Laide creo que es un personaje que no necesita más explicación que la que aparece en la novela, todo muy nebuloso como bien indicáis. Lo importante aquí es a qué profundidades le lleva a Antonio aquello que siente, sea esto lo que sea, por Laide. La causa podría ser otra perfectamente, aunque el hecho de que Laide sea prostituta, de que parezca dispensar un trato cruel a Antonio, de que sea caprichosa, etc etc sirve para subrayar más lo relevante de la novela, el absoluto sometimiento de Antonio y su total incapacidad para no dejarse atraer por ese agujero negro... perdón por el chiste.


Pues ahí tienes la cantidad de tinta que se ha gastado en el tema sin agotarlo. La diversidad de personalidades combinado con la diversidad cultural, incluso dentro de una misma ciudad, creo que da para infinitas combinaciones.