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La condición humana
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“La condición humana es una obra maestra, digna de ser citada junto a las que escribieron Joyce, Proust, Faulkner, Thomas Mann o Kafka, como una de las más fulgurantes creaciones de nuestra época�.
Mario Vargas Llosa.
En los tiempos actuales y dados los avances de la ciencia uno espera vivir 75 años, poco más o menos. Sin embargo el reto estriba en cómo se ocupen esos años, día a día. Difícil es colmarlos a satisfacción ya que muchas veces se nos acumulan horas, meses y hasta épocas de aburrición, de hastío o de frustración. André Malraux (1901-1976) cumplió su cuota de años con donaire y plenitud; su vida fue una especie de interminable ráfaga de experiencias interesantes y estimulantes. Podríamos decir que este escritor, aventurero y político francés no tuvo un segundo de aburrición.
André Malraux es uno de esos escritores de los que no se sabe bien a bien qué es lo que nos cautiva más: si su estupenda obra literaria o su vida llena de lances desmesurados. En este escritor Francés se dio con intensidad esa rarísima alianza entre pensamiento y acción, pues quien participó con tanto brío en las grandes hazañas y desgracias de su tiempo, era un ser dotado de lucidez y vigor creativo fuera de lo común. En suma, tuvo una existencia plena de voluntad, fecundidad y dramatismo, tal y como las aventuras que fraguó en sus novelas.
Sin duda Malraux fue un escritor y pensador de gran talento, reconocido por la crítica y por algún sector del público. Ganador de numerosos premios y reconocimientos como el prestigiado premio Goncourt en 1933, precisamente por La condición humana. Además de su creación literaria, su vida estuvo constituida por muchos ingredientes más, como lo fueron sus múltiples aventuras, sus eventuales trapacerías o algunas acciones que rayaron en lo épico. Mencionamos sólo dos de ellas en las que participó de manera espontánea pero con ardiente convicción: La Revolución China y la Guerra Civil Española. De la primera gran aventura surgió esta novela y de la segunda experiencia construyó otra larga narración titulada La Esperanza. Sólo como un dato adicional, también se dio tiempo para ser ministro del Interior y de Cultura con Charles de Gaulle. El gran Malraux, siendo autodidacta, era un pozo de inteligencia, erudición y cultura. Casi un ser perteneciente a la mitología del siglo XX.
Debido a sus experiencias revolucionarias Malraux pudo ver de cerca y tomar conciencia de las crueldades que se cometían en las colonias europeas de Asia, recogió de primera mano la discriminación hacia los habitantes originarios, vivió en carne propia la marcada inequidad social, así como los abusos de los países imperialistas hacia una población inerme. Estas experiencias llevaron a André Malraux a tener un pensamiento o una posición de izquierda, la cual refleja en sus obras.
A pesar de su raigambre literario hay quien lo ha juzgado como un escritor sobrevalorado, como un mediocre novelista y un ensayista jactancioso, inclusive se le ha tachado de charlatán. Tal vez se deba en parte a su exuberante prosa llena de luces y artificios, de giros y de verbo dilatado. No lo sé a ciencia cierta.
China hoy es una de las primeras potencias del mundo, lo cual llevó un largo, penoso y admirable proceso que habría que estudiar. Acotando un poco ese proceso, podemos decir que en 1927, año en el que se desarrolla la novela, China era un país lleno de miseria, de hambre, un país desmembrado, carente de un gobierno firme; un país dominado, de alguna manera, por potencias capitalistas extranjeras. Era un país fragmentado en donde había marcados cotos de poder inamovibles hasta entonces ya que los autócratas militares, una especie de señores feudales o caciques regionales, se repartían el país a su antojo.
En ese año de 1927 tanto el Partido Revolucionario (Kuomintang) como el Partido Comunista, además de tratar de imponer su ideología y su política, intentan unificar China combatiendo en primera instancia a los “señores de la guerra� (los caciques regionales).
El Kuomintang bajo el mando de Chang Kai-Chek resulta ser el partido que toma el poder hasta 1949, año en que Mao Tse-Tung consolida el comunismo y toma el gobierno. Pero en ese año de 1927 también había otro factor que inclinaba la balanza hacia uno u otro lado: la intervención de las potencias europeas que de hecho tenían “concesiones� en el país chino y una gran influencia económica y a las que no les convenía que el comunismo rigiera en esa inmensa nación asiática.
Esta novela fue publicada en 1933, y detalla los hechos ocurridos en China entre Marzo y Abril de 1927, específicamente narra los movimientos subversivos de los comunistas en la populosa Shanghái, una ciudad ahogada por el penetrante olor del diésel que impregna el aire, llena de alambradas que dividen la ciudad, saturada de un denso humo que expelen las fábricas, configurada por calles enfangadas y sucias en donde el hambre, el hacinamiento y la crueldad coexisten con la fraternidad, el sacrificio y el heroísmo de algunos personajes. Es así como el escritor francés construye la trama de la novela. Es aquí donde se dibuja el dramático campo de batalla en el cual los protagonistas luchan denodadamente por sus ideales de equidad, de impartición de justicia, de la consecución de una vida menos penosa para los miserables y para los explotados rurales e industriales. Todo esto fundado en sus ideales y en su doctrina comunista.
La novela combina la introspección, la aventura, el amor, la acción, las ideologías, todo ello permeado por una carga filosófica importante. Se encuentra muy bien ambientada, Malraux, con conocimiento de causa, le sabe dar vida tanto a la ciudad como a los personajes multiétnicos ya que, entre sus múltiples aventuras, él había participado en 1925 en las huelgas revolucionarias de Cantón. Su estilo es breve, cortante, nunca dice nada de más, pareciera que al contrario siempre un poco de menos y un halo poético y profundo sobrevuela la narración.
Los personajes le otorgan una luz especial al relato, ya que además de la maestría y diversidad con la que están diseñados, al final cada uno de ellos nos habla de las decisiones capitales que toma cada uno de cara a situaciones críticas que enfrentan sus convicciones. Cada uno de ellos busca la manera de escapar a la condición humana, de ser más que un hombre en un mundo de hombres. Cada uno de ellos explora cómo llegar a ese lugar donde se deja de lado la condición humana, ya sea a través del opio, del asesinato, de la muerte, de la revolución, de la locura o del amor.
Chen, es uno de los principales insurrectos, guerrillero anárquico y terrorista; dispuesto a dar su vida por aliviar el dolor de su gente, por la masa inmensa de miserables y muertos de hambre que la sociedad ha engendrado por siglos y que pueblan la gran China. Chen, quien protagoniza la primera y estrujante escena, pasa por un proceso de ser un simple militante hasta llegar a convertirse en un convencido terrorista. Busca la muerte como un medio de liberación a su angustia existencial.
Kyo es el líder de los militantes y encabeza la revuelta comunista, funge como enlace con el Comité Central; es el comunista disciplinado y coherente, apegado a las grandes decisiones de la causa. Aquí Malraux se permite evocar la figura de Chou En-lai (enviado de Mao) y encarnarla en el carácter de Kyo. Kyo junto a otros dos personajes secundarios nos llevan a un trance dramático y agónico hacia el final de la novela.
Katow, es un ex combatiente comunista ruso, convencido y hasta enamorado de la causa que ha ido a colaborar a Shanghái. No teme arriesgar la vida en cualquier combate.
Gisors, padre de Kyo, es un hombre reflexivo y maduro; un humanista que sumido en el opio busca soluciones a todo. Un aura de sabiduría parece envolver a este convencido marxista.
El barón de Clappique es un aristócrata francés corrompido y vividor que ahora se gana la vida en la Shanghái ocupada. Es una persona locuaz hasta el absurdo. Simboliza un poco la libertad y el humor en un mundo en donde se vive una opresión y un terror proverbiales.
Ferral, es un influyente diplomático y capitalista poderoso de occidente que representa los intereses de las potencias europeas y siempre está interesado en la parte económica, es frívolo e inhumano.
Hemmerlich, representa otra visión, la de un Europeo rudo (es Belga) que ha tenido una vida muy difícil pero que batalla con la causa.
May, es la esposa y compañera solidaria de luchas de Kyo. Es entregada y honesta.
Vologuin, el directivo dela Internacional que transmite las órdenes a Kyo.
La vibrante y luminosa prosa de André Malraux nos habla, pues, de que la vida está conformada no solo de razón y valores; también de sinrazón, instinto y pasiones individuales que contradicen a aquéllos y pueden destruirlos. Nos habla de cómo enfrenta cada persona las decisiones vitales, bajo condiciones extremas de acuerdo a sus ideales y a esos instintos y pasiones. Nos habla de cómo confronta cada ser humano su sufrimiento y su destino.
Específicamente nos habla de las decisiones que tomaron los personajes Kyo, Chen y Katow para que 400 millones de ciudadanos chinos se dieran cuenta que su sufrimiento se debía a otros hombres y no a sus vidas anteriores. Esos 400 millones de personas de la milenaria China despertaron sobresaltados de un sueño de 30 siglos y ya no volverían a dormir.
Mario Vargas Llosa.
En los tiempos actuales y dados los avances de la ciencia uno espera vivir 75 años, poco más o menos. Sin embargo el reto estriba en cómo se ocupen esos años, día a día. Difícil es colmarlos a satisfacción ya que muchas veces se nos acumulan horas, meses y hasta épocas de aburrición, de hastío o de frustración. André Malraux (1901-1976) cumplió su cuota de años con donaire y plenitud; su vida fue una especie de interminable ráfaga de experiencias interesantes y estimulantes. Podríamos decir que este escritor, aventurero y político francés no tuvo un segundo de aburrición.
André Malraux es uno de esos escritores de los que no se sabe bien a bien qué es lo que nos cautiva más: si su estupenda obra literaria o su vida llena de lances desmesurados. En este escritor Francés se dio con intensidad esa rarísima alianza entre pensamiento y acción, pues quien participó con tanto brío en las grandes hazañas y desgracias de su tiempo, era un ser dotado de lucidez y vigor creativo fuera de lo común. En suma, tuvo una existencia plena de voluntad, fecundidad y dramatismo, tal y como las aventuras que fraguó en sus novelas.
Sin duda Malraux fue un escritor y pensador de gran talento, reconocido por la crítica y por algún sector del público. Ganador de numerosos premios y reconocimientos como el prestigiado premio Goncourt en 1933, precisamente por La condición humana. Además de su creación literaria, su vida estuvo constituida por muchos ingredientes más, como lo fueron sus múltiples aventuras, sus eventuales trapacerías o algunas acciones que rayaron en lo épico. Mencionamos sólo dos de ellas en las que participó de manera espontánea pero con ardiente convicción: La Revolución China y la Guerra Civil Española. De la primera gran aventura surgió esta novela y de la segunda experiencia construyó otra larga narración titulada La Esperanza. Sólo como un dato adicional, también se dio tiempo para ser ministro del Interior y de Cultura con Charles de Gaulle. El gran Malraux, siendo autodidacta, era un pozo de inteligencia, erudición y cultura. Casi un ser perteneciente a la mitología del siglo XX.
Debido a sus experiencias revolucionarias Malraux pudo ver de cerca y tomar conciencia de las crueldades que se cometían en las colonias europeas de Asia, recogió de primera mano la discriminación hacia los habitantes originarios, vivió en carne propia la marcada inequidad social, así como los abusos de los países imperialistas hacia una población inerme. Estas experiencias llevaron a André Malraux a tener un pensamiento o una posición de izquierda, la cual refleja en sus obras.
A pesar de su raigambre literario hay quien lo ha juzgado como un escritor sobrevalorado, como un mediocre novelista y un ensayista jactancioso, inclusive se le ha tachado de charlatán. Tal vez se deba en parte a su exuberante prosa llena de luces y artificios, de giros y de verbo dilatado. No lo sé a ciencia cierta.
China hoy es una de las primeras potencias del mundo, lo cual llevó un largo, penoso y admirable proceso que habría que estudiar. Acotando un poco ese proceso, podemos decir que en 1927, año en el que se desarrolla la novela, China era un país lleno de miseria, de hambre, un país desmembrado, carente de un gobierno firme; un país dominado, de alguna manera, por potencias capitalistas extranjeras. Era un país fragmentado en donde había marcados cotos de poder inamovibles hasta entonces ya que los autócratas militares, una especie de señores feudales o caciques regionales, se repartían el país a su antojo.
En ese año de 1927 tanto el Partido Revolucionario (Kuomintang) como el Partido Comunista, además de tratar de imponer su ideología y su política, intentan unificar China combatiendo en primera instancia a los “señores de la guerra� (los caciques regionales).
El Kuomintang bajo el mando de Chang Kai-Chek resulta ser el partido que toma el poder hasta 1949, año en que Mao Tse-Tung consolida el comunismo y toma el gobierno. Pero en ese año de 1927 también había otro factor que inclinaba la balanza hacia uno u otro lado: la intervención de las potencias europeas que de hecho tenían “concesiones� en el país chino y una gran influencia económica y a las que no les convenía que el comunismo rigiera en esa inmensa nación asiática.
Esta novela fue publicada en 1933, y detalla los hechos ocurridos en China entre Marzo y Abril de 1927, específicamente narra los movimientos subversivos de los comunistas en la populosa Shanghái, una ciudad ahogada por el penetrante olor del diésel que impregna el aire, llena de alambradas que dividen la ciudad, saturada de un denso humo que expelen las fábricas, configurada por calles enfangadas y sucias en donde el hambre, el hacinamiento y la crueldad coexisten con la fraternidad, el sacrificio y el heroísmo de algunos personajes. Es así como el escritor francés construye la trama de la novela. Es aquí donde se dibuja el dramático campo de batalla en el cual los protagonistas luchan denodadamente por sus ideales de equidad, de impartición de justicia, de la consecución de una vida menos penosa para los miserables y para los explotados rurales e industriales. Todo esto fundado en sus ideales y en su doctrina comunista.
La novela combina la introspección, la aventura, el amor, la acción, las ideologías, todo ello permeado por una carga filosófica importante. Se encuentra muy bien ambientada, Malraux, con conocimiento de causa, le sabe dar vida tanto a la ciudad como a los personajes multiétnicos ya que, entre sus múltiples aventuras, él había participado en 1925 en las huelgas revolucionarias de Cantón. Su estilo es breve, cortante, nunca dice nada de más, pareciera que al contrario siempre un poco de menos y un halo poético y profundo sobrevuela la narración.
Los personajes le otorgan una luz especial al relato, ya que además de la maestría y diversidad con la que están diseñados, al final cada uno de ellos nos habla de las decisiones capitales que toma cada uno de cara a situaciones críticas que enfrentan sus convicciones. Cada uno de ellos busca la manera de escapar a la condición humana, de ser más que un hombre en un mundo de hombres. Cada uno de ellos explora cómo llegar a ese lugar donde se deja de lado la condición humana, ya sea a través del opio, del asesinato, de la muerte, de la revolución, de la locura o del amor.
Chen, es uno de los principales insurrectos, guerrillero anárquico y terrorista; dispuesto a dar su vida por aliviar el dolor de su gente, por la masa inmensa de miserables y muertos de hambre que la sociedad ha engendrado por siglos y que pueblan la gran China. Chen, quien protagoniza la primera y estrujante escena, pasa por un proceso de ser un simple militante hasta llegar a convertirse en un convencido terrorista. Busca la muerte como un medio de liberación a su angustia existencial.
Kyo es el líder de los militantes y encabeza la revuelta comunista, funge como enlace con el Comité Central; es el comunista disciplinado y coherente, apegado a las grandes decisiones de la causa. Aquí Malraux se permite evocar la figura de Chou En-lai (enviado de Mao) y encarnarla en el carácter de Kyo. Kyo junto a otros dos personajes secundarios nos llevan a un trance dramático y agónico hacia el final de la novela.
Katow, es un ex combatiente comunista ruso, convencido y hasta enamorado de la causa que ha ido a colaborar a Shanghái. No teme arriesgar la vida en cualquier combate.
Gisors, padre de Kyo, es un hombre reflexivo y maduro; un humanista que sumido en el opio busca soluciones a todo. Un aura de sabiduría parece envolver a este convencido marxista.
El barón de Clappique es un aristócrata francés corrompido y vividor que ahora se gana la vida en la Shanghái ocupada. Es una persona locuaz hasta el absurdo. Simboliza un poco la libertad y el humor en un mundo en donde se vive una opresión y un terror proverbiales.
Ferral, es un influyente diplomático y capitalista poderoso de occidente que representa los intereses de las potencias europeas y siempre está interesado en la parte económica, es frívolo e inhumano.
Hemmerlich, representa otra visión, la de un Europeo rudo (es Belga) que ha tenido una vida muy difícil pero que batalla con la causa.
May, es la esposa y compañera solidaria de luchas de Kyo. Es entregada y honesta.
Vologuin, el directivo dela Internacional que transmite las órdenes a Kyo.
La vibrante y luminosa prosa de André Malraux nos habla, pues, de que la vida está conformada no solo de razón y valores; también de sinrazón, instinto y pasiones individuales que contradicen a aquéllos y pueden destruirlos. Nos habla de cómo enfrenta cada persona las decisiones vitales, bajo condiciones extremas de acuerdo a sus ideales y a esos instintos y pasiones. Nos habla de cómo confronta cada ser humano su sufrimiento y su destino.
Específicamente nos habla de las decisiones que tomaron los personajes Kyo, Chen y Katow para que 400 millones de ciudadanos chinos se dieran cuenta que su sufrimiento se debía a otros hombres y no a sus vidas anteriores. Esos 400 millones de personas de la milenaria China despertaron sobresaltados de un sueño de 30 siglos y ya no volverían a dormir.
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August 14, 2014
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April 4, 2019
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April 4, 2019
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Rafa
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Apr 21, 2019 04:22AM

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