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Theodoros
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²Ñ²¹°ùò¹ Carpio's review
Oct 31, 2024
Read 2 times. Last read October 19, 2024 to October 31, 2024.
Tudor, Theodoros, Tewodros. Uno y trino. Cârtârescu ha llevado el realismo mágico a otro nivel, justo cuando pensamos que ya no podÃa estar más desgastado. Ese nivel incluye una visión particular de la ficción, una en la que las raÃces del escritor son la carne, el espÃritu y el mito de sus historias. RumanÃa es ese todo, y en otras ocasiones, su propio yo. Pero ahora no, ahora se trata de la primera novela mastodóntica del autor en la que su propia vida (o interpretación ficcionada de su vida) no se entremezcla con la trama. Esta es una novela en segunda persona, lo cual es ya una rareza, que tiene una base histórica, con personajes y hechos históricos que navegan al son de la ficción. No es una novela histórica, como lo aclara el propio autor en la nota final, pero es una narración con un sentido legendario, un sentido mÃtico, un sentido que imita y a la vez reinventa las narrativas primordiales de la Historia, aquellas que cruzaban realidad y fantasÃa, y que construÃan el pasado como un mundo mÃtico-mÃstico-mágico. Como La odisea de Homero (de la cual bebe bastante este libro), Las mil y una noches, El Quijote (aunque más terrenal), La divina comedia, pero sobre todo la Biblia y otro texto sagrado de la Iglesia Ortodoxa de EtiopÃa, el Kebra Nagast, como bibliografÃa directa.
Aquà caben muchas disquisiciones sobre la doctrina cristiana (la ortodoxa), las disquisiciones sobre la divinidad de Cristo (si es verdadero Dios y verdadero hombre, como una sola esencia o por separado), las antiguas doctrinas consideradas herejÃas (tomando en cuenta las dos escisiones de la Iglesia Católica: el ortodoxismo y el protestantismo), el destino, el libre albedrÃo, la Providencia, el dictado divino como ineludible, la divinidad creadora nuevamente representando alegóricamente al escritor/creador (como en Cegador), y los ya constantes en Cârtârescu: la visión de un universo cuántico, la superposición de múltiples dimensiones y, con ello, la duplicidad de los caracteres, el doble, el impostor, el juego de espejos, el opuesto (el Opositor, el Adversario, entendiéndolo en su acepción bÃblica), asà como la aplicación de estos principios a la estructura narrativa de la obra. Ya no tanto en capas espiraladas como en Solenoide, sino como la totalidad de la visión simultánea de pasado, presente y futuro, en una ruptura tiempo-espacio proveniente de la lógica de la divinidad. Una no-lógica, pues no surge de la razón humana sino de la mente creadora que está más allá de todo. Dios leyendo el libro de la humanidad, el libro de cada uno. Y los arcángeles como los escritores del destino humano.
Es un libro ya escrito el de Theodoros, y esta es quizás la metáfora de lo que durante cuarenta años Cârtârescu germinó después de leer una carta sobre el protagonista de esta novela, una carta con una posible leyenda sobre el verdadero origen valaco (de Valaquia, parte de lo que hoy es RumanÃa) del rey Tewodros II de EtiopÃa a mediados del siglo XIX. Esta pintoresca carta que plantea una historia alterna, paralela, es en sà un universo paralelo al que da vida el autor con su pluma magnánima y fascinante, llena de imágenes, abundante en descripciones maravilladas del mundo que retrata (Valaquia, el Archipiélago griego, EtiopÃa y Judea). Esta cualidad falsa de la sustancia del mito es lo que interesa a Cârtârescu, cuyo interés mayor es siempre indagar los mecanismos profundos del germen de la ficción. Y en esta novela -tan bien documentada que se puede investigar la fidelidad de cada personaje descrito, cada historia narrada, incluso de cada noción doctrinal del Cristianismo, de la Iglesia Ortodoxa, de la Iglesia Ortodoxa de EtiopÃa, y hasta del JudaÃsmo- están explorados y explotados al máximo esos mecanismos. Incluso de toda la imaginerÃa e iconografÃa tomadas de la iglesia ortodoxa, el arte bizantino, y del imaginario cristiano-bÃblico que es como un enorme retablo en el que se desarrolla la narración.
Los mitos dentro de los mitos, como el de la dinastÃa salomónica que reinarÃa en EtiopÃa luego de que la Reina de Saba, Makeda, visitara al sabio rey, se enamoraran y tuvieran un hijo, de quien descenderÃan desde entonces los gobernantes de linaje real en esas tierras. Este hijo robarÃa la sagrada Arca de la Alianza (en donde Moisés guardaba las tablas de los mandamientos, la vara de Aarón y un pedazo de maná). Esto, que en la Biblia no sucedió, sà sucedió en el Kebra Nagast, y de ahà parte Cârtârescu para moldear la trama. También toma todos los hechos históricos al rededor de Theodoro II de EtiopÃa, su relación con la reina Victoria y el Imperio Británico y quien finalmente lo vencerÃa, el General Napier, entre otros personajes, entre los cuales entra hasta el bisabuelo de John Lennon, convertido en pirata de la banda de Theodoros. Pero, no lo olvidemos, esta es una historia paralela, la del impostor, aquel que la ambición por el poder le llevarÃa a las cotas más altas y a lo más ruin del ser humano, lo sanguinario y cruel, incluso monstruoso. Pero Teodoro no es un monstruo, también hay un pequeño resquicio de corazón, en el amor a su madre Sofiana e incluso en el amor/obsesión por Stamatina, prototipo del amor etéreo e inalcanzable. Ahora, lo que se debate en toda la novela es si su destino ya escrito es determinista, es decir, ya no podÃa cambiarlo a través del libre albedrÃo y se verÃa entonces empujado a partir en busca del Arca de la Alianza, quizás la obsesión más grande por la que realiza toda su travesÃa, una travesÃa que serÃa una especie de anti-viaje del héroe. Una epopeya moderna.
En suma, es un trabajo titánico el de Cârtârescu, su capacidad de tomar realidad y ficción y elevarlas a un nivel en el que se produce un encuentro mÃtico es asombrosa. La estructura no lineal, que es sin embargo lineal (por lo dicho del presente, pasado y futuro al mismo tiempo), es un enorme acierto, en un principio desconcertante, luego redundante, pues el mismo autor hace recuentos, como cuando se narra oralmente una historia, para tomar la pista de los hechos donde se quedaron mucho antes, antes de haber abierto ramificaciones temporales de historias paralelas de otros personajes o del mismo personaje en otro tiempo. Es asà que como en ciclos ascendentes, vamos y venimos de la historia de Tudor/Theodoros/Tewodros, de principio a fin, desde su nacimiento hasta su muerte, sabiendo desde el principio que se ha dado muerte a sà mismo, asà que, el final del libro no es la muerte, sino, spoiler alert, lo que está más allá de la muerte, la EscatologÃa del mundo cristiano (católico y ortodoxo), sÃ, el juicio final. Entonces es donde termina de revelarse (aunque lo vemos durante toda la novela) el corazón de la vida, de la vida en la ficción: la lucha, la eterna batalla entre el bien y el mal. No es una novela perfecta, tiene sus momentos de declive, pero está cerca de serlo. Es quizás, la más ambiciosa de Cârtârescu hasta el momento (aunque sin dudas su obra maestra es Solenoide, pero esta no se queda atrás).
Aquà caben muchas disquisiciones sobre la doctrina cristiana (la ortodoxa), las disquisiciones sobre la divinidad de Cristo (si es verdadero Dios y verdadero hombre, como una sola esencia o por separado), las antiguas doctrinas consideradas herejÃas (tomando en cuenta las dos escisiones de la Iglesia Católica: el ortodoxismo y el protestantismo), el destino, el libre albedrÃo, la Providencia, el dictado divino como ineludible, la divinidad creadora nuevamente representando alegóricamente al escritor/creador (como en Cegador), y los ya constantes en Cârtârescu: la visión de un universo cuántico, la superposición de múltiples dimensiones y, con ello, la duplicidad de los caracteres, el doble, el impostor, el juego de espejos, el opuesto (el Opositor, el Adversario, entendiéndolo en su acepción bÃblica), asà como la aplicación de estos principios a la estructura narrativa de la obra. Ya no tanto en capas espiraladas como en Solenoide, sino como la totalidad de la visión simultánea de pasado, presente y futuro, en una ruptura tiempo-espacio proveniente de la lógica de la divinidad. Una no-lógica, pues no surge de la razón humana sino de la mente creadora que está más allá de todo. Dios leyendo el libro de la humanidad, el libro de cada uno. Y los arcángeles como los escritores del destino humano.
Es un libro ya escrito el de Theodoros, y esta es quizás la metáfora de lo que durante cuarenta años Cârtârescu germinó después de leer una carta sobre el protagonista de esta novela, una carta con una posible leyenda sobre el verdadero origen valaco (de Valaquia, parte de lo que hoy es RumanÃa) del rey Tewodros II de EtiopÃa a mediados del siglo XIX. Esta pintoresca carta que plantea una historia alterna, paralela, es en sà un universo paralelo al que da vida el autor con su pluma magnánima y fascinante, llena de imágenes, abundante en descripciones maravilladas del mundo que retrata (Valaquia, el Archipiélago griego, EtiopÃa y Judea). Esta cualidad falsa de la sustancia del mito es lo que interesa a Cârtârescu, cuyo interés mayor es siempre indagar los mecanismos profundos del germen de la ficción. Y en esta novela -tan bien documentada que se puede investigar la fidelidad de cada personaje descrito, cada historia narrada, incluso de cada noción doctrinal del Cristianismo, de la Iglesia Ortodoxa, de la Iglesia Ortodoxa de EtiopÃa, y hasta del JudaÃsmo- están explorados y explotados al máximo esos mecanismos. Incluso de toda la imaginerÃa e iconografÃa tomadas de la iglesia ortodoxa, el arte bizantino, y del imaginario cristiano-bÃblico que es como un enorme retablo en el que se desarrolla la narración.
Los mitos dentro de los mitos, como el de la dinastÃa salomónica que reinarÃa en EtiopÃa luego de que la Reina de Saba, Makeda, visitara al sabio rey, se enamoraran y tuvieran un hijo, de quien descenderÃan desde entonces los gobernantes de linaje real en esas tierras. Este hijo robarÃa la sagrada Arca de la Alianza (en donde Moisés guardaba las tablas de los mandamientos, la vara de Aarón y un pedazo de maná). Esto, que en la Biblia no sucedió, sà sucedió en el Kebra Nagast, y de ahà parte Cârtârescu para moldear la trama. También toma todos los hechos históricos al rededor de Theodoro II de EtiopÃa, su relación con la reina Victoria y el Imperio Británico y quien finalmente lo vencerÃa, el General Napier, entre otros personajes, entre los cuales entra hasta el bisabuelo de John Lennon, convertido en pirata de la banda de Theodoros. Pero, no lo olvidemos, esta es una historia paralela, la del impostor, aquel que la ambición por el poder le llevarÃa a las cotas más altas y a lo más ruin del ser humano, lo sanguinario y cruel, incluso monstruoso. Pero Teodoro no es un monstruo, también hay un pequeño resquicio de corazón, en el amor a su madre Sofiana e incluso en el amor/obsesión por Stamatina, prototipo del amor etéreo e inalcanzable. Ahora, lo que se debate en toda la novela es si su destino ya escrito es determinista, es decir, ya no podÃa cambiarlo a través del libre albedrÃo y se verÃa entonces empujado a partir en busca del Arca de la Alianza, quizás la obsesión más grande por la que realiza toda su travesÃa, una travesÃa que serÃa una especie de anti-viaje del héroe. Una epopeya moderna.
En suma, es un trabajo titánico el de Cârtârescu, su capacidad de tomar realidad y ficción y elevarlas a un nivel en el que se produce un encuentro mÃtico es asombrosa. La estructura no lineal, que es sin embargo lineal (por lo dicho del presente, pasado y futuro al mismo tiempo), es un enorme acierto, en un principio desconcertante, luego redundante, pues el mismo autor hace recuentos, como cuando se narra oralmente una historia, para tomar la pista de los hechos donde se quedaron mucho antes, antes de haber abierto ramificaciones temporales de historias paralelas de otros personajes o del mismo personaje en otro tiempo. Es asà que como en ciclos ascendentes, vamos y venimos de la historia de Tudor/Theodoros/Tewodros, de principio a fin, desde su nacimiento hasta su muerte, sabiendo desde el principio que se ha dado muerte a sà mismo, asà que, el final del libro no es la muerte, sino, spoiler alert, lo que está más allá de la muerte, la EscatologÃa del mundo cristiano (católico y ortodoxo), sÃ, el juicio final. Entonces es donde termina de revelarse (aunque lo vemos durante toda la novela) el corazón de la vida, de la vida en la ficción: la lucha, la eterna batalla entre el bien y el mal. No es una novela perfecta, tiene sus momentos de declive, pero está cerca de serlo. Es quizás, la más ambiciosa de Cârtârescu hasta el momento (aunque sin dudas su obra maestra es Solenoide, pero esta no se queda atrás).
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Yamal
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Oct 31, 2024 09:59AM

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Solenoide es una obra maestra. Yo dirÃa que está a su nivel, pero es distinta, es la primera novela titánica del autor que se sale de los referentes autoficcionales. Ya escribà la reseña, un poquito de lo que le significó la novela, pero es mucho más.

Que por cierto me ha parecido muy interesante : )

Si ya has gozado con Cârtârescu, no te prives de un nuevo gozo ;)


Gracias Bogdan. Las reseñas las hago para no olvodarme de lo que he leÃdo, a veces me alargo demasiado, y pueden ser tan pesadas como un libro de Cârtârescu jaja, gracias por leerlas de todos modos. Tal vez al tú ser rumano no te atraiga tanto, por cuestiones análogas (por decirlo de alguna manera), creo que Cârtârescu pega en paÃses de habla hispana quizás por la herencia del realismo mágico, aunque es un escritor que tampoco gusta a todos. Creo que ya depende de cada quien (yo tampoco lo veo perfecto, conozco perfectamente sus fallos en sus novelas largas, pero se los perdono por todo lo demás que tiene en su prosa).

Solo puedo alegrarme de la popularidad � muy merecida � que Cărtărescu tiene entre sus lectores hispanohablantes y también, como he visto, entre los italianos. Esta popularidad es mucho, pero mucho mayor que la que él tiene en Rumania, donde sà es generalmente, incluso oficialmente, considerado el prosista contemporáneo número uno en nuestra lengua, pero nosotros tenemos una relación más bien tranquila con él; no se siente un verdadero entusiasmo por Cărtărescu. Estamos quizá demasiado acostumbrados a él; sus manierismos y temas, que ya conocemos desde hace una generación � su generación, o toda mi vida, por ejemplo � ya no pueden sorprendernos tanto.
En Rumania hay vecinos que, gracias a su locura, alcoholismo o soledad (o las tres cosas a la vez), te pueden contar, sin haber leÃdo jamás a Cărtărescu, episodios cărtăresquianos de sus propias vidas, y lo hacen a menudo de manera más divertida y alucinante que el propio autor. O, un caso similar en mi vida: mi abuela, que era casi analfabeta y nunca leyó mucho más que algunos pasajes de la Biblia y los subtÃtulos de las pelÃculas en la tele, me contaba de manera tan conmovedora y fascinante su deportación desde Bulgaria (tema también presente en Cegador) con su gran familia de ocho hijos, que yo la escuchaba en trance. Era como un mito de nuestra familia, que contaba cada vez con pequeñas variaciones. Mucho más tarde, al leer los episodios análogos de Cegador, algunos detalles me parecieron simplemente kitsch y patéticos, pero bueno. Todo esto denota una especie de rumanismo mágico, algo simbiótico con el realismo mágico hispano. Creo que un temperamento latino común favorece esta fusión imaginaria, asà como la historia de algunos paÃses latinos y balcánicos que, por decirlo asÃ, siempre ha sido más fuerte que los pueblos mismos. Una historia que, debido a su intensidad y oscuridad, se presta más fácilmente a la mitologización que a la domesticación.
Esos mitos que aquà pueden volverse repetitivos y que se integran bien en nuestro cotidiano, al cruzar las fronteras adquieren el privilegio de lo nuevo y lo exótico, y ganan su aura literaria. Tienes mucha razón, ²Ñ²¹°ùò¹: Cărtărescu es grande por el conjunto de su obra; su fuerza reside en su magnum opus. LeÃda con demasiada meticulosidad, pierde por algunos detalles, pero estos son ya secundarios.
