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Theodoros
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Recién salido del mundo mágico y siempre florido de Catarescu, sus paisajes excesivos y sus personajes cuasi mitológicos. La sensualidad que siempre destilan sus novelas, el sexo que siempre es un arma importante en sus composiciones. Entrar en este microcosmos es toda una aventura a la que hay que estar dispuesto, sin marcar condiciones previas, con la paciencia y estado de ánimo suficientes. A veces te hace sacar una sonrisa el sentido del humor un tanto negro que tiene.
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En ocasiones ocurre que sin quererlo contrapones y comparas libros, sin mayor relación entre ellos que el hecho que marca la casualidad de que los estás leyendo simultáneamente. Me ocurrió con “Theodorosâ€� de Catarescu y “Los adiosesâ€� de Onetti. No puede haber más diferencias entre ambos, por los dos extremos en la forma de escribir, ambos buenos en su estilo: y si en el uno todo su objetivo era reducir al mÃnimo posible la escritura (Los adioses), en este que reseño ahora, es el extremo contrario: escenarios de fábula, descripciones ricas y abigarradas, mundos fascinantes y mágicos, cargados de poesÃa. Ambos buenos, y esta reflexión solo demuestra que se puede disfrutar de la buena literatura desde puntos de partida totalmente opuestos.
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Imaginación desbordante y sin lÃmite, jugando con conceptos un tanto metafÃsicos y religiosos, como son la presencia del mal, o la discreta lÃnea que puede separar los actos de una persona entre el bien y el mal, o como esa persona se puede decantar por una u otra opción en función de las circunstancias. También la capacidad de los humanos para autoengañarse y dar licitud a sus actos. Muchas veces existe el escudo de la fe o la oración que parece hacer lÃcita cualquier acción, por más brutal que sea, con el mero hecho del arrepentimiento y la contrición y la penitencia.
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Desde el inicio queda la duda con respecto al narrador, sobre quien es esa especie de deidad que hace la puesta en escena al lector, y se dirige al protagonista de nuestra novela constantemente desde la segunda persona. Al final del relato se descubre el misterio.
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También aquà quiero leer entre lÃneas la intención del autor, del cual hago una interpretación absolutamente libre (como no puede ser de otra forma, cada cual lee su libro): veo la llegada al poder de un tipo sin escrúpulos, sin formación, sin usar medios legÃtimos, usando la fuerza, el engaño, las trampas…de acuerdo, algo muy frecuente. Dictadores, revolucionarios y tiranos…algunos de ellos que parten de buenos propósitos, o que acceden al puesto de forma legÃtima y se acaban perpetuando en el puesto a costa de cualquier precio, etc. Salva patrias, iluminados, personas sin las cuales no puede vivir un pueblo, que dicen que no se pueden ir para no dejar una labor incompleta, etc etc etc. Usando muchas veces la fórmula de haber sido designados por Dios, nada menos, no por su interés particular, ya que nunca quieren permanecer instalados en el poder, sino por una causa desinteresada y mayor como es el pueblo, al cual se deben.
Ìý
Añado una cita que tal vez no guarde la relación que debiera con la reseña, pero aprovechando que Catarescu es poeta, que es un poema original y que me ha gustado mucho, allá va:
Ìý
“Mi alma está sombrÃa. ¡Oh!, pulsa
el arpa que aún puedo escuchar
y deja que tus gentiles dedos ofrenden
su murmullo a mis oÃdos.
Si en mi corazón se acuna una esperanza,
aquel sonido volverá a encenderla;
si en mis ojos acecha una lágrima,
fluirá y dejará de lacerar mi cerebro…�
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En ocasiones ocurre que sin quererlo contrapones y comparas libros, sin mayor relación entre ellos que el hecho que marca la casualidad de que los estás leyendo simultáneamente. Me ocurrió con “Theodorosâ€� de Catarescu y “Los adiosesâ€� de Onetti. No puede haber más diferencias entre ambos, por los dos extremos en la forma de escribir, ambos buenos en su estilo: y si en el uno todo su objetivo era reducir al mÃnimo posible la escritura (Los adioses), en este que reseño ahora, es el extremo contrario: escenarios de fábula, descripciones ricas y abigarradas, mundos fascinantes y mágicos, cargados de poesÃa. Ambos buenos, y esta reflexión solo demuestra que se puede disfrutar de la buena literatura desde puntos de partida totalmente opuestos.
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Imaginación desbordante y sin lÃmite, jugando con conceptos un tanto metafÃsicos y religiosos, como son la presencia del mal, o la discreta lÃnea que puede separar los actos de una persona entre el bien y el mal, o como esa persona se puede decantar por una u otra opción en función de las circunstancias. También la capacidad de los humanos para autoengañarse y dar licitud a sus actos. Muchas veces existe el escudo de la fe o la oración que parece hacer lÃcita cualquier acción, por más brutal que sea, con el mero hecho del arrepentimiento y la contrición y la penitencia.
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Desde el inicio queda la duda con respecto al narrador, sobre quien es esa especie de deidad que hace la puesta en escena al lector, y se dirige al protagonista de nuestra novela constantemente desde la segunda persona. Al final del relato se descubre el misterio.
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También aquà quiero leer entre lÃneas la intención del autor, del cual hago una interpretación absolutamente libre (como no puede ser de otra forma, cada cual lee su libro): veo la llegada al poder de un tipo sin escrúpulos, sin formación, sin usar medios legÃtimos, usando la fuerza, el engaño, las trampas…de acuerdo, algo muy frecuente. Dictadores, revolucionarios y tiranos…algunos de ellos que parten de buenos propósitos, o que acceden al puesto de forma legÃtima y se acaban perpetuando en el puesto a costa de cualquier precio, etc. Salva patrias, iluminados, personas sin las cuales no puede vivir un pueblo, que dicen que no se pueden ir para no dejar una labor incompleta, etc etc etc. Usando muchas veces la fórmula de haber sido designados por Dios, nada menos, no por su interés particular, ya que nunca quieren permanecer instalados en el poder, sino por una causa desinteresada y mayor como es el pueblo, al cual se deben.
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Añado una cita que tal vez no guarde la relación que debiera con la reseña, pero aprovechando que Catarescu es poeta, que es un poema original y que me ha gustado mucho, allá va:
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“Mi alma está sombrÃa. ¡Oh!, pulsa
el arpa que aún puedo escuchar
y deja que tus gentiles dedos ofrenden
su murmullo a mis oÃdos.
Si en mi corazón se acuna una esperanza,
aquel sonido volverá a encenderla;
si en mis ojos acecha una lágrima,
fluirá y dejará de lacerar mi cerebro…�
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January 9, 2025
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January 9, 2025
– Shelved
January 22, 2025
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Axl Oswaldo
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Jan 22, 2025 09:56AM

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