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“Acercaron sus labios de nuevo. Sofía estiró sus brazos hacia el cuello por detrás de Daniel. Fue un beso lento, ³óú³¾±ð»å´Ç, saboreando el labio inferior uno y el labio superior el otro, intercalando luego. La ³¾Ãº²õ¾±³¦²¹ continuaba. La lengua de é±ô entró suavemente en la boca de ella, exploró el íntegro de sus rincones, degustó, probó, cató, gozó, se recreó. Al rato salió y dulcemente le dio besos en el rostro hasta llegar a la frente, bajo dándole besos en la nariz y nuevamente penetró en su boca. Ella pegó su cuerpo más y provocó a la lengua de é±ô nuevamente.”
― David Cotos, El amor es como un pan con mantequilla

“En esta época no existía el individuo, no se distinguía el «yo» del «³Ùú». El «yo apareció muy al comienzo a causa del miedo a la muerte; lo ajeno al «yo» se transformó en lo que se denomina el «³Ùú». El hombre era entonces incapaz aún de temerse a sí mismo, su conocimiento de sí mismo no provenía más que del otro. Sólo el hecho de apresar o de ser apresado, de estar sometido o de someter, le confirmaba en su existencia. La tercera persona que no tiene relación directa con el «yo» y el «³Ùú» es «é±ô». Y «é±ô» no aparece sino de forma paulatina. Más tarde, he descubierto que ocurre otro tanto con «é±ô»: fue la existencia de seres diferentes la que hizo retroceder la conciencia del «yo» y del «³Ùú». El hombre ha ido olvidado paulatinamente su «yo» en la lucha por la vida con el prójimo y, sumergido forzosamente en el mundo infinito, ya no es más que un granito de arena.”
― Gao Xingjian, Soul Mountain

“De pronto, mientras miraba por la ventanilla, se sintió ±ð²Ô²µ²¹Ã±²¹»å²¹ y enojada. Todo ese tiempo y ese amor invertidos en la vida de otra persona, y ahora é±ô se había ido, y con é±ô gran parte de su futuro”
― LaVyrle Spencer, Family Blessings