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Normalidad Quotes

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Mar¨ªa Due?as
“Dud¨¦ mucho antes de convencerme a m¨ª misma de que deb¨ªa seguir con aquel cometido. Reflexion¨¦, sopes¨¦ opciones y valor¨¦ alternativas. Sab¨ªa que la decisi¨®n estaba en mi mano: s¨®lo yo ten¨ªa la capacidad de elegir entre seguir adelante con aquella vida turbia o dejarlo todo de lado y volver a la normalidad (¡­)

Dejarlo todo y volver a la normalidad: s¨ª, aqu¨¦lla sin duda era la mejor opci¨®n. El problema era que ya no sab¨ªa d¨®nde encontrarla. ?Estaba la normalidad en la calle de la Redondilla de mi juventud, entre las muchachas con las que crec¨ª y que a¨²n se peleaban por salir a flote tras perder la guerra? ?Se la llev¨® Ignacio Montes el d¨ªa en que se fue de mi plaza con una m¨¢quina de escribir a rastras y el coraz¨®n partido en dos, o quiz¨¢s me la rob¨® Ramiro Arribas cuando me dej¨® sola, embarazada y en la ruina entre las paredes del Continental? ?Se encontrar¨ªa la normalidad en Tetu¨¢n de los primeros meses, entre los hu¨¦spedes tristes de la pensi¨®n de Candelaria, o se disip¨® en los s¨®rdidos trapicheos con los que ambas logramos salir adelante? ?Me la dej¨¦ en la casa de Sidi Mandri, colgada de los hilos del taller que con tanto esfuerzo levant¨¦? ?Se la apropi¨® tal vez F¨¦lix Aranda alguna noche de lluvia o se la llev¨® Rosalinda Fox cuando se march¨® del almac¨¦n del Dean¡¯s Bar para perderse como una sombra sigilosa por las calles de T¨¢nger? ?Estar¨ªa la normalidad junto a mi madre, en le trabajo callado de las tardes africanas? ?Acab¨® con ella un ministro depuesto y arrestado, o la arrastr¨® quiz¨¢s consigo un periodista a quien no me atrev¨ª a querer por pura cobard¨ªa? ?D¨®nde estaba, cu¨¢ndo la perd¨ª, qu¨¦ fue de ella? La busqu¨¦ por todas partes: en los bolsillos, por los armarios y en los cajones; entre los pliegues y las costuras. Aquella noche me dorm¨ª sin hallarla.

Al d¨ªa siguiente despert¨¦ con una lucidez distinta y apenas entreabr¨ª los ojos, la percib¨ª: cercana, conmigo, pegada a la piel. La normalidad no estaba en los d¨ªas que quedaron atr¨¢s: tan s¨®lo se encontraba en aquello que la suerte nos pon¨ªa delante cada ma?ana. En Marruecos, en Espa?a o Portugal, al mando de un taller de costura o al servicio de la inteligencia brit¨¢nica: en el lugar hacia el que yo quisiera dirigir el rumbo o clavar los puntales de mi vida, all¨ª estar¨ªa ella, mi normalidad. Entre las sombras, bajo las palmeras de una plaza con olor a hierbabuena, en el fulgor de los salones iluminados por l¨¢mparas de ara?a o en las aguas revueltas de la guerra. La normalidad no era m¨¢s que lo que mi propia voluntad, mi compromiso y mi palabra aceptaran que fuera y, por eso, siempre estar¨ªa conmigo. Buscarla en otro sitio o quererla recuperar del ayer no ten¨ªa el menor sentido.”
Mar¨ªa Due?as, The Time in Between

Sayaka Murata
“La gente se cree con derecho a escarbar en aquello que considera raro hasta dar con una explicaci¨®n.”
Sayaka Murata, ¥³¥ó¥Ó¥ËÈËég [Konbini ningen]

Alberto Moravia
“Aquella anormalidad que se traduc¨ªa en su desapego, en su ausencia de la vida com¨²n? Los hombres normales no eran buenos, porque la normalidad se paga siempre, consciente o inconscientemente, a un precio muy caro, con una serie de complicidad, estupidez, vileza, cuando no precisamente de criminalidad.”
Alberto Moravia, The Conformist

David Trueba
“Nosotros somos gente normal. ?sa era la absurda definici¨®n que mi padre hac¨ªa de nosotros. Luch¨¦ contra ello, con el deseo callado de no ser normal, de ser alguien especial. Pero nunca pude sacudirme de encima ese estigma, el de ser normal.”
David Trueba, Tierra de campos

Alejandro Mos Riera
“El teatro de la realidad era siempre la misma funci¨®n cotidiana y el sue?o de la realidad era m¨¢s hermoso que la propia vida.

Nada m¨¢s cierto que cuando comenzaba la ma?ana y la radio sonaba al despertar, sent¨ªa como de alguna manera no era sino la tarea de S¨ªsifo, de vivir el para¨ªso de los sue?os, sino para repetir en la realidad la condena cada nuevo d¨ªa.

Entonces este hombre, nunca sabr¨¦ si en un sue?o o en un espacio entre la realidad y los sue?os encontr¨® a su Pen¨¦lope, que cada d¨ªa viv¨ªa en un mar de infinitas posibilidades para olvidar y destejer el ovillo de la realidad en un mismo sue?o cada noche, para despertar en un cama de hotel diferente, en una enso?aci¨®n, en un viaje alrededor del mundo de lo imposible.
Sucedi¨® que la divina casualidad, el m¨¢s puro azar o algo inexplicable, hizo que ambos despertaran en el mismo sue?o, en la misma cama, en un mismo d¨ªa.

A ella le gustaba irse de cuarto en cuarto, como en una galer¨ªa de espejos paralelos hasta que ¨¦l le tocaba el hombro. Entonces regresaba de cuarto en cuarto despertando hacia atr¨¢s.
Era un amor verdadero, que viv¨ªa algo as¨ª como el d¨ªa infinito, la realidad de la costumbre, que tej¨ªa su amor entre la realidad y los sue?os. Sin saber qu¨¦ parte era ficci¨®n, qu¨¦ parte realidad, qu¨¦ d¨ªa era o en qu¨¦ lugar estaban, tan solo un amor hacia el infinito de lo posible o de lo imposible. Era amor y lo dem¨¢s, qu¨¦ importa.”
Alejandro Mos Riera, La Gran Mentira

Camila Sosa Villada
“Pasaron los a?os y no conoc¨ª a otro hombre con quien poder jugar un poco con las palabras haciendo la cosa mala, como quien dice. Nunca m¨¢s un amante convers¨® y rio conmigo mientras ten¨ªamos sexo. Y el fue asimilada por la gran absoluta nada que es el mundo de los hombres, que se casan para olvidarse d¨®nde y con qui¨¦n la vida les ardi¨® un poco”
Camila Sosa Villada, La novia de Sandro

Byron Rizzo
“Porque estar loco, al menos, era algo que pod¨ªa tratarse. ?El mundo ten¨ªa locos de sobra! ?Qu¨¦ da?o har¨ªa ser uno m¨¢s? Pero si en verdad ced¨ªa a los comentarios de esa entidad, a lo que intentaba comunicarle, ?d¨®nde terminar¨ªa, hasta d¨®nde lo llevar¨ªa? Quiz¨¢s la ¨²nica forma de saberlo, ser¨ªa abrir la puerta a esa posibilidad.”
Byron Rizzo

Marcelo Pisarro
“La invenci¨®n permanente de nuevas normalidades que glosan, sustituyen o ampl¨ªan las normalidades existentes fue una constante en la ³¾¨²²õ¾±³¦²¹ de tradici¨®n popular del siglo XX, sin importar qu¨¦ entienda uno, o qu¨¦ quiera entender, por ¡°³¾¨²²õ¾±³¦²¹ de tradici¨®n popular del siglo XX¡±. Incontables compositores e int¨¦rpretes preservaron, negaron y reinventaron esas nuevas normalidades. A veces lo hicieron para p¨²blicos masivos, otras veces frente a dos o tres borrachos arrumbados en una mesa de bar. En ocasiones fue mediante una nota de m¨¢s o de menos en una canci¨®n, perdida o ganada por un error, un malentendido, una distracci¨®n; en otras, a trav¨¦s de grandes obras autoconscientes que pusieron en duda hasta el ¨²ltimo retazo de su propia legitimidad. La premisa de que las realidades naturalizadas por una combinaci¨®n de sonidos y silencios pod¨ªan discutirse, que deb¨ªan discutirse, coloc¨® al riesgo en el centro de la maquinaria de fabricaci¨®n de artefactos musicales de las industrias culturales del siglo XX. Los desv¨ªos y los quiebres empezaron a pasar desapercibidos, a darse por sentados, a ignorarse porque eran las normas y no sus excepciones.”
Marcelo Pisarro, Nosotros, los normales: GG Allin en el infierno punk