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Novela Negra Quotes

Quotes tagged as "novela-negra" Showing 1-30 of 31
Marta Martín Girón
“Todo lo que hacemos en esta vida tiene unas consecuencias. ¿Entiende? Es por nuestros actos y no por nuestras ideas por las que pagamos ciertas condenas.”
Marta Martín Girón, La avenida de los gigantes

Raymond Chandler
“Permanecí sentado, muy quieto, escuchando cómo iba aquietándose la tarde por las ventanas abiertas. Y, muy lentamente, fui aquietándome con ella.”
Raymond Chandler, The Lady in the Lake

Daniel Pennac
“El humor, esa expresión irreductible de éپ.”
Daniel Pennac

Jim Thompson
“No me atrevería a decir que te equivocas, aunque tampoco podría darte la razón.”
Jim Thompson, 1.280 almas. El asesino dentro de mí. Los timadores. La huida. (ÓMNIBUS)

“Mientras no exista conciencia, se necesitan castigos. Si se dictaminaran condenas justas para ciertos delitos, nadie se tomaría la justicia por su mano, y yo no hubiese tenido que recurrir a esto.”
Latidos en el Sótano

Gabriel Castillo Suescún
“«Cloe acomodó los girasoles a un lado de la lápida y pasó su índice por la inscripción, leyéndola cual si fuera braille: Samanta Rodríguez. 5/4/2003 � 8/11/2016. Lloró en absoluto mutismo; la última vez que había ido a visitar a su hermana menor, le había prometido que no derramaría más lágrimas frente a su tumba, para que pudiese descansar tranquila, segura de que Cloe había podido continuar con su vida normalmente; no obstante, eso estaba muy lejos de ser cierto»”
Gabriel Castillo Suescún, El Corazón Cenicero

Leïla Slimani
“Los vecinos se han agolpado a la entrada del edificio. Mujeres más que nada. Observan la ambulancia, con los ojos cuajados de lágrimas. Lloran y quieren enterarse. Se alzan de puntillas. Intentan distinguir lo que ocurre tras el cordón policial, dentro de la ambulancia que ha arrancado con las sirenas a todo volumen. Se susurran información al oído. Ya corre el rumor.

Ha sucedido una desgracia a los niños.”
Leïla Slimani, The Perfect Nanny

Antonio  Heras
“Estaba esperando el último informe de beneficios. Se oyó el pitido del fax. Toda la redacción se mantuvo en suspenso, casi sin respirar, con miradas furtivas al señor Roca quien, dentro de su despacho, cogía el papel (aún caliente, aún con la tinta fresca) del aparato y lo leía. Luego alzó la vista un momento; buscando inspiración, se acercó a la ventana, miró al exterior. Quizá pasó un minuto. Quizá unos segundos. El mundo se había detenido; al menos, en Gorpeza TV. De repente, con una velocidad que rayaba en lo sobrehumano, salió del cuarto y comenzó a gritar a diestro y siniestro, con el cuidado y el esmero, eso sí, de hacerlo de manera individual y personalizada: primero a este, luego a ella, después a ti, más tarde a la de recepción. Nadie se libró de sus berridos. Había que espabilar. Estaban haciendo un trabajo de mierda. DE MIERDA. Ninguno sabía lo que era hacer TELEVISIÓN con mayúsculas. Eran gente sin ambición, sin talento. No tenían ni idea de lo que el espectador quería ver. De lo que NECESITABA ver en televisión. Pero él no iba a soportarlo más. O despertaban, o iban pidiendo cita en el INEM. Estaba harto de aguantar a ineptos. ESTO ES UNA MIERDA.”
Antonio Heras, El cacique desubicado

Carlos Ruiz Zafón
“Todo crimen es como una cebolla: hay que cortar a través de muchas capas para ver qué esconde y por el camino hay que derramar unas cuantas lágrimas.”
Carlos Ruiz Zafón, El laberinto de los espíritus

Ofelia Huamanchumo de la Cuba
“Mas la sorpresa vino cuando puse atención en lo que esta- ba escrito en el folio mismo del cuadernillo, que separaba el volante. Se leía una lista de libros, donde el número once po- nía: Manuscrito pernicioso de los indios infieles de Ilabaya; y en corchetes le seguía una glosa en tinta azul moderna, hecha con un bolígrafo común de nuestros días: [Arte de los Qui- pus, 1574]. Enseguida saqué la nota de papel que aún conser- vaba arrugada en el bolsillo de atrás de mis vaqueros; la releí con mayor detenimiento y sentí que volvía a ser observada; me giré a mirar hacia la puerta y ésta se cerró con un golpe de viento. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Entonces pensé en cuestión de segundos cuál tendría que ser el paso a seguir. ¿Fotografiar estas listas?, ¿llamar a Salamanca a mi profesora, la doctora Del Pozo?, ¿llamar a Burgos y contárselo a María Con- cepción?, ¿guardar silencio?, ¿comunicarme con el de la carta?, ¿y si era una broma?, ¿quién me gastaría una broma así?, ¿me estaría poniendo a prueba el Padre José?. De pronto, mis pen- samientos consiguieron asociar la palabra ‘Inquisición� impre- sa en el viejo volante, que hizo de separador en el cuadernillo, con aquella foto del folio de algún Índice colonial, que yo vie- ra en la exposición fotográfica itinerante del Museo de la Santa Inquisición el primer día que llegué al Perú. Yo había estado soñando con poseer ese libro pecaminoso, que supuse un Bes- tiario indiano. Pero el gran pecado del libro de Ilabaya parecía ir por el camino de dar luces a la escritura indígena, idólatra hijastra de Belcebú para ciertos inquisidores. Mi corazón casi detuvo sus latidos. Entonces clavé mis ojos en la poca luz que aún entraba por la claraboya del techo, y luego los cerré. Oí el zumbido de un moscardón, o tal vez sólo le imaginé. Resoplé. O suspiré.
Mis cartas estaban echadas desde un principio".”
Ofelia Huamanchumo de la Cuba, Por el Arte de los Quipus

Marta Martín Girón
“A veces, la forma más sencilla de dejar salir al miedo, es a través de una lágrima.”
Marta Martín Girón, Nos lo trajo el viento

Cristina  Redondo
“Irina Paulova tenía más ganas de matar que nunca”
Cristina Redondo, Clandestina

Cristina  Redondo
“Se sentían soldados de mil batallas, camino de la victoria. No sabían que estaban destinados al peor de los fracasos, que marchaban obedientemente hacia la derrota más absoluta.”
Cristina Redondo, Clandestina

Cristina  Redondo
“También ella se había quedado ardiendo de deseo. Tenía un capricho: matarlo.”
Cristina Redondo, Clandestina

Cristina  Redondo
“La ansiedad le invadía el corazón y le impedía respirar con normalidad. Su propio cuerpo estaba pidiéndole morir lo antes posible, acabar de una vez con su maldita vida y todo aquel sufrimiento innecesario que se dilataba cada vez más�”
Cristina Redondo, Clandestina

Cristina  Redondo
“El miedo nunca le paralizaba el cerebro y sus neuronas no paraban de analizar los diferentes escenarios que se presentaban ante él. Efectivamente, había demasiadas muertes relacionadas con el poder a su alrededor.”
Cristina Redondo, Clandestina

Cristina  Redondo
“El espejo de la realidad cambia muy rápidamente de ángulo: aquello que parecía inimaginable se hacía realidad en los momentos más inesperados y, a veces, también en los más inoportunos”
Cristina Redondo, Clandestina

Cristina  Redondo
“En la política las cosas se saben. Y cuando no se saben se palpan. O se huelen a kilómetros de la peste qué echan.”
Cristina Redondo, Clandestina

“Roseline era la única cerda del cantón con posibilidades de morir de vieja. Sus enormes muslos nunca serían frotados con sal para impregnarse de salitre y convertirse en jamones. Nunca sería su grasa fundida sobre pan. Roseline era una de las escasísimas hembras que desenterraban las trufas sin comérselas, salvo evidentemente si se le ofrecía una como recompensa.”
Pierre Magnan (Trufas para el comisario)

“El hombre es el único animal que necesita llegar una y otra vez a la destrucción de su mundo para comprender una verdad.

Fernando Gracia Ortuño”
Fernando Gracia Ortuño, Rehenes del abismo

Mario Mendoza
“Eres el olvido. Eres la amnesia de un Dios que ya no te reconoce ni te reconocerá jamás.”
Mario Mendoza, Akelarre

Ana F. Arruty
“Porque puede que no fueran más que eso, dos espíritus atemporales, extrangeros en un lugar y un tiempo al que no pertenecían, pero en el que, desafortunadamente, les tocó vivir.”
Ana F. Arruty, Aquello que no se ve

Ana F. Arruty
“La observó alejarse, y sin ser plenamente consciente de ello, cruzó los brazos; tal vez para protegerse del frío, o quizá para atenuar la aterradora sensación de que, de pronto, estaba completamente sola.”
Ana F. Arruty, Aquello que no se ve

Ana F. Arruty
“Peligro, misterio, advertencia. Los tres ingredientes que, combinados, daban lugar a las maquinaciones y planes más temerarioa que la mente de una niña traviesa era capaz de inventar.”
Ana F. Arruty, Aquello que no se ve

Angelica Ambéliz
“Pero no fue hasta que la joven morena se levantó y observó el espejo, esperando que estuviera intacto, ella vio que todo estaba perfecto; sin embargo, se puso a ver algo detenidamente y resulta que observó algo detrás de ella, ya que el espejo daba directo a la cama y la vio, a Anne. Rápidamente volteó y vio la peor escena de su vida. —¡Anne! �. Vanessa gritó, se sintió sofocada y repentinamente corrió hacia su bolso y tomó su teléfono celular para llamar a la ambulancia como también a la policía,”
Angelica Ambéliz, Detectives Loren & Dante: Asesinato de Anne

Antonio  Heras
“Todo el mundo sabía que Pedro Roca era un
hijo de puta. Sus empleados, su hija, su mujer, sus amantes, sus padres, su abogado, su carnicero, su camello, el tío que le abría la puerta del coche. Incluso puede que él mismo lo supiera, aunque eso lo pondremos en cuarentena.”
Antonio Heras, El cacique desubicado

“El costal ya contaba con siete cuerpos.
Faltaba uno más.
No había necesidad de uno extra.
No cayó del cielo, surgió del infierno.”
Carolina Barrios, El día que el amor perdió (La noche que lo ocasionó)

Diego Armando Arciniegas Malagón
“El otro testigo estrella (que el capitán Charles me presentó) era un desgarbado hombre llamado Robert. Él se encargaba de todas las refacciones menores en el edificio. Era sordomudo de nacimiento. Nos entregó un papel. En esa hoja amarillenta, con su fea letra, describió lo que había visto la noche anterior.”
Diego Armando Arciniegas Malagón, El detective Johan Jarek

Diego Armando Arciniegas Malagón
“Nielsen empezó a retroceder con su rehén. El policía y su captor caminaban muy lentamente, con dirección a las escaleras. Ese cuchillo en el cuello nos mantenía a varios metros de distancia.”
Diego Armando Arciniegas Malagón, El detective Johan Jarek

“Libertad. Es un derecho. No debería estar luchando por ello.”
Zaira S. Jaramillo

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