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Farc Quotes

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Ingrid Betancourt
“Mientras terminaba la correa que me había ayudado a comenzar,perdida en mis meditaciones, le agradecí en silencio por el tiempo que había dedicado a hablar conmigo, más que por el arte que me había transmitido, pues descubría que lo más valioso que tienen los demás para darnos es su tiempo. El tiempo al cual la muerte le da su valor.”
Ingrid Betancourt, Even Silence Has an End: My Six Years of Captivity in the Colombian Jungle

Ingrid Betancourt
“Debía seguir caminando, seguir en movimiento, alejarme. Al amanecer volverían a iniciar la persecución. Mas en el calor de la acción me repetía «soy libre», y mi voz me hacía compañía”
Ingrid Betancourt, Even Silence Has an End: My Six Years of Captivity in the Colombian Jungle

Ingrid Betancourt
“En poco tiempo, me volví adicta al diccionario. Me pasaba la mañana sentada en mi mesa de trabajo, con una vista inmejorable sobre el río, y viajaba en el tiempo y el espacio pasando cada hoja. Al principio, me dejaba llevar por el capricho del momento. Poco a poco, fui estableciendo una metodología que me permitía hacer investigaciones sobre un tema preestablecido con la lógica de un juego de pistas. No podía creer tanta felicidad. Ya no sentía el paso del tiempo.”
Ingrid Betancourt, Even Silence Has an End: My Six Years of Captivity in the Colombian Jungle

Ingrid Betancourt
“Aquella tarde, bajo la maldita lluvia, acurrucada sobre mi infortunio, entendí que sin duda podía ser como ellos.”
Ingrid Betancourt, Even Silence Has an End: My Six Years of Captivity in the Colombian Jungle

Ingrid Betancourt
“Encadenada del cuello a un árbol, desposeída de toda libertad, la de mo-verse, sentarse o pararse, hablar o callar, la de comer o beber, y aún la más elemental de todas, la de aliviarse del cuerpo, Entendí —pero me tomó muchos años hacerlo� que uno guarda la más valiosa de las libertades, la que nadie le puede arrebatar a uno: aquella de decidir quién unoq uiere ser. Ahí, en ese momento y como si fuera evidente, decidí que no sería más una víctima. Tenía la libertad de elegir entre odiar a Enrique o disolver ese odio en la fuerza de ser quien yo quería. Podía morir, claro está, pero yo ya estaba en otra parte. Era una sobreviviente.”
Ingrid Betancourt, Even Silence Has an End: My Six Years of Captivity in the Colombian Jungle

“Los cautivos teníamos una costumbre un tanto masoquista que consistía en conversar con todo lujo de detalles sobre nuestras comidas preferidas. A mí me gustaba hablar del ajiaco con pollo, que es una sopa típica de la sabana de Bogotá, y que en la selva sería casi imposible de preparar porque no se podrían conseguir los diversos tipos de papa que se cultivan en tierra fría. También recordábamos, y se nos hacía agua la boca, el sabor de las alcaparras, las mazorcas, el aguacate, la crema de leche, el pan, la crema de curuba� y tantos otros manjares que nunca probaríamos en la selva. Y por si fuera poco, también enumerábamos nuestros restaurantes favoritos y cuál era la especialidad de cada uno de ellos. A mí también me encantaba hablar de cómo se preparaban ciertos platos, trataba de recordarlo para tenerlo bi-en presente cuando recuperara mi libertad.”
Clara Rojas

“Antes de que me secuestraran yo vivía esclava del reloj. Trataba de organizar mi tiempo de la mejor manera posible, incluso leía libros sobre ello.
Mi vida estaba programada al segundo. Al final de cada día, cuando regresaba a mi casa agotada tras un día intenso, me acostaba con la sensación de que el tiempo no me alcanzaba para hacer todo lo que quería. Siempre sentía que me quedaba algo por concluir...
... En el secuestro, sin embargo, de repente me encontré con que tenía todo el tiempo del mundo para mí, pero aparentemente no había nada que pudiera hacer para aprovecharlo. Nunca antes en mi vida había sentido tan intensamente esa sensación de pérdida de tiempo que experimenté en los primeros meses de cautiverio. Para mí fue un conflicto existencial atroz, pues tenía la sensación de que la vida se me estaba escapando ante los ojos. Era como si estuviera enterrando mi juventud en aquellas selvas.”
Clara Rojas, Captive: 2,147 Days of Terror in the Colombian Jungle

Magnus Linton
“Drugs flow as effortlessly through the harbour as through los esteros, but the government and the DEA view drug trafficking as more of a hazard to society when it moves through the poor area, with its dirty waters and seeming chaos, than when it has to do with corporate boardrooms and the main harbour. And for the FARC, it is becoming easier and easier to convince the city’s Afro-Colombian majority that the focus of the war on drugs is not primarily on the flow of drugs, but on what kind of people are involved in it.”
Magnus Linton, Cocaína: A Book on Those Who Make It

Centro Nacional de Memoria Histórica
“Nadie ha estado exento de la guerra, es verdad, pero los informes y los datos que registran las violaciones a los Derechos Humanos constatan que la guerra no ha afectado a todos por igual. La guerra recae especialmente sobre las poblaciones empobrecidas, sobre los pueblos afrocolombianos e indígenas, se ensaña contra los opositores y disidentes, y afecta de manera particular a las mujeres, a los niños y niñas.”
Centro Nacional de Memoria Histórica, ¡Basta ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad

Centro Nacional de Memoria Histórica
“han sido víctimas de violencia sexual mujeres indígenas que ocupan un lugar de autoridad dentro de sus pueblos, así como mujeres líderes que representan un grupo social específico, una fuerza política o que cumplen un papel central en la comunidad (maestras, parteras o promotoras de salud). Ellas son victimizadas porque son voceras de reclamos colectivos o desempeñan un papel central en la reproducción de la vida social y cultural de una comunidad. Por ejemplo, en la masacre de Bahía Portete perpetrada el 19 de abril del 2004, el Bloque Norte de las Autodefensas usó la violencia sexual de manera premeditada y estratégica contra mujeres líderes seleccionadas para devastar física y moralmente a las comunidades, y provocar así su destierro. El informe de GMH refiere que en este caso “los victimarios atacan acudiendo a la tortura sexual y mediante mecanismos como el cercenamiento de extremidades y de órganos asociados a la sexualidad, o la incineración de los cuerpos de los muertos. De esta manera, mediante el ataque violento y el asesinato de mujeres se mancha también su cuerpo como territorio y el territorio se desacraliza”
Centro Nacional de Memoria Histórica, ¡Basta ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad